viernes, 2 de marzo de 2012

Marzo es historia en Carmen de Patagones

Marzo es el mes de la historia para Carmen de Patagones, el hecho que se recuerda los días 7 tiene mayor relevancia que el acto fundacional del 22 de abril de 1779, sin desmerecer por ello las personalidades de Francisco de Viedma y Narváez y Basilio Villarino, como responsables principales de aquello.


El 7 de marzo de 1827 ocurrió una auténtica gesta, protagonizada por el pueblo de Patagones, sus tropas regulares, los corsarios extranjeros instalados en el puerto, los gauchos de Molina y los negros africanos libertos que habían elegido este suelo como Patria. Las circunstancias históricas confluyeron de manera tal que todos los actores tuvieron su rol importante, cada uno en su momento, para arrojar como resultado la victoria ante el intento de invasión del Brasil.

No es fácil intentar la síntesis de los múltiples factores previos a aquellos días decisivos. Tampoco es sencilla labor la construcción de un relato cronológico cohesionado en las acciones y las emociones, y resulta imposible reconstruir cabalmente a las figuras centrales, recortadas sobre los escenarios del coraje.

Mucho se ha escrito sobre el Combate de Patagones, desde “La Gesta de Patagones” del coronel Isaías García Enciso, editado por primera vez en 1968.

Pero, sin haber concretado una producción escrita importante sobre el tema, sólo materializada en algunos folletos, el aporte fundamental para el conocimiento del Combate del Cerro de la Caballada estuvo, durante muchos años, en los relatos orales de Emma Nozzi.

Ella fue la gran difusora de la gesta de marzo en Patagones. Desde el museo histórico regional que contribuyó a fundar, en 1951, y que hoy lleva su nombre, Emmita asumió el papel de abanderada de la causa de la difusión de este acontecimiento histórico, muy poco conocido al norte del río Colorado y un poco más abajo del Negro, singular y esencialmente popular.

“Siempre me pareció una injusticia tremenda y un olvido que debía salvarse que la fecha de esta defensa del patrimonio nacional no se mencionara en ningún libro, que en las escuelas no se lo enseñara y no sólo en los institutos de toda la República Argentina, sino en las escuelas primarias, secundarias y terciarias, incluso la universidad, de esta misma región. ¿Cómo es posible que yo fuera maestra patagónica, con título de maestra normal nacional, y que no supiera qué era ese cerro, qué significaba para la nacionalidad?” le dijo Emma Nozzi a este cronista, hace unos cuántos años.

“En ese momento no era sólo injusticia para con lo nuestro, sino con todas las fechas del (río) Salado hacia el sur. Es decir que, en ese plano, estábamos casi como en la época colonial, cuando España regía los destinos de todos estos territorios, virtualmente hasta cabo de Hornos, pero con posesión efectiva sólo hasta la frontera del Salado. A la historia argentina le interesaban todos los grandes hechos, los combates y las batallas, los caudillos y militares, de esa línea central que iba de Buenos Aires a Mendoza. Entonces gente magnífica como Piedra Buena, Moyano, Lista, los marinos del sur como los que pasaron por Patagones, fueron olvidados y no aparecieron en ningún lugar de relieve” agregaba.

A Emma Nozzi muchas veces le escuchamos decir que “el 7 de marzo de 1827 la Patagonia se bautizó de Argentina” y muy probablemente tenía razón, porque entre 1810 y aquel año habían sido muy escasas las manifestaciones en pro de la efectiva de incorporación de esta población sureña al incipiente concierto de las Provincias Unidas.



Jorge Bustos recibió la difícil herencia operativa del museo de Patagones, tras la muerte de Emma Nozzi a fines de 1999. En una entrevista para Télam, hace un lustro, sostenía lo siguiente.


“El triunfo local, sumado a la victoria criolla en Ituzaingó, que había ocurrido el 20 de febrero y cuya noticia tardó varias semanas en llegar, elevaron la moral de aquel puñado de habitantes de Patagones, no más de 500 personas” dijo el investigador.

“Aquella población había vivido muchos meses de incertidumbre, desde fines de 1825, cuando se supo que Brasil planeaba invadirnos para neutralizar el puerto corsario que le causaba estragos y que el gobierno de Buenos Aires estaba impedido de enviar refuerzos”.

“Carmen de Patagones, una población que sólo interesada para el comercio de la sal y era, por lo demás el último confín de la tierra, empezó a ser tenida en cuenta en la sede del poder, a mil kilómetros de distancia”.

“Habían transcurrido sólo 17 años de los acontecimientos políticos de mayo y los cambios que se vivían intensamente en la metrópoli apenas se interpretaban en esta especie de cárcel abierta que era Patagones”.

“Militares castigados, comerciantes condenados por sus delitos económicos, mujeres de la llamada mala vida y otros sujetos de dudoso comportamiento social eran deportados aquí”.

“De Patagones sólo se podía salir por barco, porque la población estaba rodeada por asentamientos tehuelches con quienes las relaciones eran excelentes, pero naturalmente ponían mucho celo en cuanto a quienes transitaban por su territorio”.

El historiador señaló que “el episodio nunca ingresó en las páginas doradas de la historia oficial, quizás porque no aparece como protagonista ningún militar de apellido patricio o de alta cuna aristócrata, tan sólo una especie de chusma de oficiales de baja graduación, corsarios extranjeros y gauchos mal entretenidos”.

“Pero esa gesta de resistencia popular, donde hasta las mujeres colaboraron disfrazándose de milicianos para engañar en número a los espías brasileños, constituye una épica particular a la que no debemos renunciar” concluyó.


Bustos y Jorge Irusta, también historiador, recopilaron crónicas y relatos en la obra “El Combate de Patagones” con ilustraciones originales de Carlos Casalla, editado por el museo Emma Nozzi en febrero de 2005. Es un aporte interesante, por la claridad del relato, y además porque incorpora un último capítulo sobre las banderas brasileñas que quedaron en Patagones como trofeos de guerra y las posteriores historias populares acerca de la posible devolución al Brasil.
En el mismo año 2005 apareció, en formato de libro, el “Diario de la Gesta”, trabajo de Pedro Oscar Pesatti que originalmente se publicó, como separatas, en el diario “Noticias de la Costa” de Viedma. Se trata de una serie de crónicas, de neto estilo periodístico, donde Pesatti se pone en el lugar de un supuesto periodista, Gavino Ibáñez, que en  1827 hubiese sido testigo de los hechos. La obra también tiene dibujos de Casalla, realizados para su libro “7 de marzo” con la recopilación de una historieta aparecida en el diario “Río Negro”. Pesatti torna atractiva la historia, al imaginar algunos diálogos entre los protagonistas y agregarle conjeturas interpretativas sobre el desarrollo de los acontecimientos. El volumen también incluye un delicioso relato de ficción pura, también de la autoría de Pesatti: “El misterioso anillo del Capitán Sheperd”, que es una recreación de los hechos del combate en el cerro.
La más reciente contribución bibliográfica, en torno al Combate de Patagones aunque no exclusivamente referida a ese tema, es el libro “Patagones, la construcción de un espacio social multiétnico en el siglo XIX” de Jorge Irusta. Más allá del título, que parece anunciar un trabajo de sociología histórica, esta amena obra contiene relatos de ficción, basados indudablemente en hechos reales, ambientados en Carmen de Patagones y muchas veces ubicados en los días de la gesta histórica, con la reconstrucción imaginaria de una cantidad de sucesos.



Cada tanto, sobre todo cuando se acerca esta fecha, algún medio gráfico recoge comentarios y crónicas que refritan los contenidos de otras anteriores. El mérito de los trabajos impresos antes descritos fue, en su momento, la incorporación de datos y puntos de vista originales en torno al relato.


Mucho está por hacerse, todavía, para poder cumplir con el objetivo de Emma Nozzi: que el hecho del 7 de marzo de 1827 sea conocido y reconocido con toda la significación que le corresponde, al menos en la completa latitud patagónica.

El museo que lleva su nombre trabaja permanentemente en esa línea y el sector de su muestra permanente donde se exhibe el famoso cuadro del combate naval es destacado con privilegio en el transcurso de las visitas guiadas.

El entorno del poblado histórico y los alrededores de Carmen de Patagones permiten recorrer sitios en donde se vivieron momentos vibrantes de la gesta de marzo: el Cerro de la Caballada y la Torre del Fuerte. En el interior del Templo Parroquial se conservan dos de las banderas imperiales.


Lamentablemente falta cartelería que oriente adecuadamente a los visitantes. Desde hace muchos años se esperan los trabajos para la “puesta en valor” del Cerro de la Caballada y su monolito, inaugurado en el centenario del 7 de marzo de 1827.



Marzo es historia para Patagones, pongamos la divisa en alto “como un santo y seña que nos identifica” porque el 7 de marzo de 1827 “la Patagonia se bautizó de Argentina”.