martes, 20 de septiembre de 2011

Antiguas historias comerciales de Carmen de Patagones

 Arriba el interior de Casa Los Vascos, un emporio comercial de la calle Comodoro Rivadavia, esquina España; abajo el local de Tienda La Piedad, donde estaría años más tarde Abayú y Carmody.
 Abajo la calle Alsina, en donde comenzó la actividad comercial de los Patané, después instalados en la Comodoro Rivadavia

Hace 18 años, en una mañana de mayo de 1993, cuatro experimentados comerciantes de Carmen de Patagones se reunieron con el cronista para recordar la vida comercial de las décadas del 40 y del 50. Las precisas impresiones, datos interesantes y anécdotas singulares quedaron en una vieja cinta a casete recuperada del olvido, y ahora abonan esta nota.
Tres de los partícipes de aquel encuentro ya no están en este mundo terrenal. Manolo Rodríguez, de la casa Los Vascos, que había cerrado al público a fines de 1992; Alberto Abayú, propietario del almacén de Abayú y Carmody, que bajó sus persianas en agosto de ese mismo año; y Jorge Patané, cuya firma comercial sigue sostenida por sus hijos. El cuarto asistente a la charla, que se difundió por radio Del Carmen aquella mañana, fue Miguel Angel “Chichín” Sitanor, que tras el cierre de su tradicional negocio se radicó en Brasil, hace 12 años.

Recomienzo y comienzos
Aquella reunión histórica (de la que lamentablemente no quedó registro fotográfico) se realizó porque ese día, 16 de mayo de 1993, Sitanor reabría su comercio polirrubro en la emblemática esquina de Comodoro Rivadavia y España, pleno centro de Patagones, tras la clausura del histórico local de calle España (a metros de Dr. Baraja) por la accidental caída de una pared medianera, con cuantiosos daños pero la fortuna de que no hubo que lamentar víctimas personales. El amplio salón donde Chichín reinauguraba ese día había estado ocupado durante más de 70 años por casa Los Vascos.
Don Manolo Rodríguez recordaba que “la casa Los Vascos se fundó en 1910 por cuenta del señor Manuel Pasarón y estuvo al principio enfrente a lo de Galantini (Fagnano y Alsina) y en 1922 se mudó a Comodoro Rivadavia y España, local de la familia Gazo. En un tiempo antes la sociedad había sido entre Pasaron y José Roda, (el mismo Roda que durante muchos años tuvo casa de comercio en calle Colón de Viedma, enfrente de la plaza Alsina).” Precisaba también que “en mi caso me incorporé en 1948, en sociedad con Pasarón, Pedro Scalesi y Jorge Arias, hasta que un tiempo después se retiró Pasarón, que ya era un hombre de avanzada edad. Quedé yo solo y finalmente, después de más de 80 años la casa Los Vascos cerró en diciembre de 1992”.
Don Jorge Patané apuntaba que “la actividad comercial de la familia la empezó mi padre, que era gerente de una mueblería, propiedad de un señor de Buenos Aires llamado León Pascansky”, y aclaraba enseguida “no se trataba de la persona del mismo apellido que después le vendería la firma a Livigni, porque en este caso era Mauricio Pascansky”.
“Este local estaba sobre calle Alsina, a media cuadra de Comodoro Rivadavia y de la sucursal del Banco Provincia. Allí al principio mi papá era empleado y después pasó a ser propietario. En 1934, exactamente para el 25 de mayo, mi mamá abrió su propia casa de modas, en Alsina 77 (entre Comodoro Rivadavia y Dr. Baraja), que fue creciendo y necesitaba una mayor expansión, con lo cual en 1942 mis padres compraron la casa y local de la misma cuadra en el número 85. Con el paso de los años la mueblería se fue transformando, incorporando modas y zapatería, y siempre acompañados por el crecimiento y la buena clientela nos fuimos a los locales nuevos de la calle Comodoro Rivadavia (a pasos de Yrigoyen) donde inauguramos en 1956”.
Don Alberto Abayú aportaba lo suyo. “La firma Abayú y Carmody abrió sus puertas el 2 de enero de 1943, en el mismo local donde tiempo antes había funcionado otro almacén de ramos generales, de los señores Eduardo y Serafín Otero, que previamente habían sido empleados de la casa Mazzini Giraudini, una de las más importantes firmas del sur argentino, porque eran importadores y exportadores, instalados en la calle Roca de la zona del puerto enfrente del muelle Mihanovich” (Amplio salón más tarde ocupado por la Cooperativa Agrícola de Patagones, actual salón de fiestas y bailes juveniles, acota el cronista).
Recordaba Abayú que “aquella sociedad la conformé con un inolvidable amigo, Hipólito Bartolomé Carmody, más conocido como Polo, y fue en los principios una modesta empresa, muy humilde, donde entramos con muy escasos medios económicos y fuimos avanzando con el tiempo, abasteciendo a la gente de Patagones, la zona rural y Viedma también. Después se agregaron un hermano de Polo y otro mío, con lo cual la sociedad eran dos Carmody y dos Abayú. Pero con el transcurso del tiempo Polo Carmody se dedicó a las tareas rurales, para que las que tenía una enorme vocación, y yo seguí primero con su hermano y después solo, hasta que una paulatina pérdida de la visión me obligó a dejar el comercio, y el cierre definitivo se produjo el 30 de agosto de 1992”.
También Chichín Sitanor ofrecía, en la amena charla radiofónica, sus recuerdos acerca del emprendimiento familiar. “Mis padres, Tomás Sitanor y Estela García, comenzaron como empleados de casa Markan, en calle Alsina (entre Fagnano y Dr. Baraja) y después, en septiembre de 1931 cuando yo estaba por nacer, se instalaron en España 116, que fue durante tantos el tradicional sitio de casa Sitanor hasta que se produjo el derrumbe”.
“Al principio era un tradicional kiosco de golosinas, diarios, revistas y tabaco. Mis padres, junto con otro negocio que pertenecía a don Orlando Caraccino, fueron pioneros en la venta de diarios y revistas; papá llegó a tener 15 canillitas que repartían casa por casa y vendían en la calle, algunos de los cuales llegaron a ser famosos, como el Yaya Bonzio, Viera, los Dell, y otros chicos que se ganaban unos pesos con ese trabajo”.

Tiempos de bonanza
Los cuatro experimentados comerciantes coincidieron en que los años 40 y 50, del siglo pasado, fueron tiempos de bonanza para la actividad mercantil de Patagones. “En casa Los Vascos llegamos a tener 9 empleados, para estar en condiciones de atender bien a toda la clientela” señalaba Rodríguez. Sitanor añadía que “alguna gente, que tenía un medio de movilidad propio, o viajando en el tren también, venía desde el campo a Carmen de Patagones para hacer sus compras de cada temporada, sobre todo a principios del invierno y del verano, llevando las telas que se usaban para la costura doméstica o algunas prendas ya confeccionadas; pero también había mercachifles que se abastecían acá y salían por su cuenta a recorrer los pueblos y se metían en los establecimientos. Yo trabajé en la tienda El Hogar, del amigo Aníbal Barilá, y salíamos con un furgón rojo para el lado de San Blas, haciendo toda la campaña y nos quedábamos a dormir en donde nos tocaba la noche y la gente nos recibía como si fuésemos de la familia”.
“Otra característica de ese tiempo era que se vendía de cosecha a cosecha” añadía don Manolo, y enseguida explicaba que “ello consistía en fiarle al cliente hasta que cobrara la siguiente cosecha, y para poder mantener este sistema contábamos también con el respaldo de los viajantes y fabricantes, que nos traían el pedido con 180 días de plazo para pagar, sin necesidad de firmar pagarés ni nada; llegaba la mercadería a fines de febrero y se pagaba en agosto-septiembre”.
Los beneficios de la estabilidad monetaria, que permitía aquellas operaciones de crédito de largo plazo, fueron otro motivo de comentario. “La estabilidad duró hasta comienzos de los años 60, cuando empezaron a producirse bruscos saltos de inflación y, además, Patagones estuvo afectada por una tremenda sequía durante cuatro años consecutivos, del 60 al 63, y la situación fue desesperante y hubo comercios, como el nuestro, que realmente estuvieron al borde del quebranto, porque al cliente se le fiaba, pero no podía pagar por la sencilla razón de que no había cosecha por la falta de lluvias” recordaba don Alberto Abayú.
Otros datos ilustrativos de esa época de bonanza comercial agregaba Jorge Patané: “los créditos bancarios se ofrecían al comercio con una tasa anual del 4 ó 5 por ciento de interés, lo que hacía posible manejarse con algún descubierto y pedir plata prestada a los bancos; y por otra parte desde los años 30 hasta 1947 tuvimos una larga etapa sin aumentos de precios”.
“Dentro de la zona ubicada al sur del río Colorado Patagones fue una ciudad comercial muy importante, sobre todo caracterizada por el dinamismo de los propios comerciantes, como Sitanor, Patané, Zágari y otros, que no ha perdurado en el tiempo porque sí, sino porque hubo capacidad, tenacidad, inteligencia y honradez, entre otras virtudes” definía después Abayú, al trazar un panorama global.

Di Sarli en Patagones
La conversación giró también sobre otros aspectos de la vida de Carmen de Patagones, y surgió así el dato cierto de que el gran pianista, compositor y director de orquestas de tango Carlos Di Sarli, que era nativo de Bahía Blanca, en realidad hizo sus primeras presentaciones en Patagones. “Esta es una información indudable, Di Sarli hizo sus primeras armas en una confitería que estaba enfrente a la plaza 7 de Marzo” afirmó Sitanor; y completó Abayú “sí señor, era más o menos por los años 1934 ó 35, en la confitería de los hermanos Alfredo y Américo Spampinato, y se contaba que después de cada actuación Di Sarli se servía un bombón de una vitrina, y un tío de los dueños del local, que era tartamudo, le advirtió que el músico abusaba de cierta confianza: porque se-se-se co-co-co-me un bom-bón-hoy-un-bom-bón-ma-ma-ña-ña-na-y-te-va-va-fun-fun-dir”.