sábado, 30 de julio de 2011

El cincuentenario de la ley 200, de creación del IDEVI, abre la puerta para una interesante recordación

 Juan Carlos Rosso, paciente recopilador de la historia del organismo IDEVI (arriba); abajo una imagen de 1970, cuando todo era desierto y arena, y las primeras casitas estaban en plena construcción. 
 En la foto interior aparece un joven Rosso, como ayudante de topógrafo, realizando mediciones en lo que fue la Laguna El Juncal, al oeste de Viedma.
En la provincia de Río Negro hay una sigla de cinco letras (IDEVI) que define, con fortaleza e identidad propias, un programa económico y social que desde hace medio siglo genera expectativas y frustraciones, en el marco de un debate casi permanente en torno a su pasado, presente, viabilidad y futuro.



Esa sigla, la del Instituto de Desarrollo del Valle Inferior, está fuertemente instalada en el imaginario colectivo y le pone nombre no sólo al organismo estatal responsable de la ejecución del proyecto, sino también a la colonia de chacras ubicada en las afueras de la ciudad de Viedma.
Los habitantes de la capital rionegrina se refieren, indistintamente, al IDEVI como ente y al IDEVI como región, en una síntesis que se explica sólo cuando se conoce la historia de la creación y formación del organismo.
El próximo jueves 4 de agosto se cumplirá el 50º aniversario de la sanción de la ley 200, de creación del ente como piedra fundamental para la tramitación de aportes crediticios internacionales.

La crónica
Eran las tres y 14 minutos de la madrugada del día cinco de agosto de 1961. La voz del diputado Farid Marón sonó clara, a pesar del cansancio propio de la hora en la sala del teatro Argentino de Viedma, apenas transformado en algunos aspectos para convertirse en recinto de la Legislatura de Río Negro. Dijo Marón , presidente del cuerpo, “con la modificación propuesta por el diputado Rajneri y aceptada por comisión se va a votar si se aprueba el artículo 35 del proyecto en cuestión. Los diputados que estén por la afirmativa sírvanse indicarlo.” Todos los legisladores presentes levantaron sus manos y siguió diciendo Marón: “aprobado, el artículo 36 es de forma; en consecuencia queda sancionado el proyecto de ley”. Eran las tres y 15 minutos de la madrugada del cinco de agosto de 1961, un grupo reducido de hombres del ejecutivo provincial que habían seguido por espacio de cinco horas el debate y análisis de aquella iniciativa ya convertida en ley no podían ocultar su satisfacción. Uno de ellos exclamó “esta fue una noche histórica, se creó una de las herramientas más importantes para la transformación de la zona del este de Río Negro”. Esa madrugada los miembros de la primera legislatura rionegrina habían creado el Instituto de Desarrollo del Valle Inferior (IDEVI), uno de los propósitos más concretos de los planes del gobernador Edgardo Castello; un sueño largamente anhelado, que se venía acunando en la comunidad viedmense desde los primeros años del siglo 20.
El miembro informante de la bancada oficialista de la Unión Cívica Radical Intransigente, Herberto Castello, precisamente hermano del gobernador, recordó en el recinto que los primeros estudios para el riego del Valle Inferior se remontaban al año 1911, a cargo del ingeniero Rómulo Quartino y ponderó el proyecto del Ejecutivo, urgido de aprobación ante la inminente realización en Punta del Este, Uruguay, de una sesión plenaria del Banco Interamericano de Desarrollo, donde sería tratado el pedido de financiamiento para el importante proyecto de riego y desarrollo del valle de Viedma.
Después habló Alberto Rionegro, diputado por la Unión Cívica Radical del Pueblo, para dar su apoyo al proyecto; siguió en el uso de la palabra el legislador Oscar Abate, de la Democracia Cristiana y conocido vecino de Viedma, quien también respaldó la iniciativa.
La lista de oradores la cerró otro miembro de la bancada de la Unión Cívica Radical del Pueblo, Julio Raúl Rajneri, quien confirmó el voto favorable de la oposición y planteó algunas modificaciones formales.
En esa madrugada se usaron palabras plenas de emoción y esperanza, se habló de “colonización con sentido social”; del recurso de crédito internacional al servicio de pequeños minifundistas; de la jerarquización del trabajo y el estímulo a los hombres dispuestos a fecundar la tierra; de la autarquía ejemplar del organismo que se estaba creando; de la actitud positiva de un organismo internacional de crédito dispuesto a ayudar al crecimiento de los pueblos; de inversiones y amortizaciones en plazos de posible ejecución. En suma: nadie podía dejar de ser optimista con respecto al futuro.
Habían transcurrido más de tres años desde el comienzo de la gestión de Castello, primer gobernador constitucional de la joven provincia, y el estudio de factibilidad encargado a la consultora italiana Italconsult demostraba, con datos precisos, que toda la región cercana a la capital podía iniciar una etapa de positiva transformación con el formidable recurso del riego de sus tierras.

La historia
Juan Carlos Rosso (61) ingresó como empleado de un contratista del IDEVI en 1968 y un año después como agente efectivo del organismo. “Como ayudante de topógrafo estuve en las mediciones de lo que había sido la Laguna El Juncal, atravesando pajonales, donde la tierra negra y prodigiosa estaba esperando la mano del hombre”, recuerda, con emoción y muestra una de las fotos que ilustra esta nota.
Dentro de poco tiempo Rosso presentará un libro conmemorativo, dedicado al cincuentenario del ente, con la recopilación de valiosa información y testimonios, narrados en la mayoría de los casos desde la propia experiencia. “El trabajo arrancó en el 2008 cuando el IDEVI cumplió 47 años de trayectoria, porque en ese momento me pidieron que armara un folleto con la recordación del personal que prestó servicios en el Instituto; en ese momento me entusiasmé con la idea de hacer un libro que reuniera toda la historia, desde sus inicios. Conté con la colaboración de mucha gente y hay un capítulo –titulado ‘Tiempo de recuerdos y reflexiones’- que reúne las nostalgias de ex funcionarios y empleados como Jesús Andrés, Carlos Larreguy, Lisandro Digiuni, Luciano Pérez, y Humberto Iglesias; también recogí la visión de algunos ex alumnos de la Escuela Secundaria de Formación Agraria, y de chacareros como Nelson Ansola y Modesto Linares”
“El libro tiene una fuerte carga emotiva, reivindica la fe en las utopías, que se realizan con el esfuerzo, a veces en forma completa y en otras de manera parcial; el IDEVI fue el organismo que logró el mayor índice de ocupación de personal en los años 70; los mejores desfiles contaban con la participación de la maquinaria del IDEVI, hubo un gobernador (Requeijo) que usó esas máquinas para construir una plaza (Primera Junta) en un solo día… pero lamentablemente hoy tenemos muchos habitantes de la comarca que no conocen nada de esa historia. Para ellos, y sobre todo para los jóvenes, está dedicado el trabajo” subraya.

El padre del proyecto
Uno de los capítulos del libro compilado por Rosso está dedicado a la figura del ingeniero Juan Vicente Vía, a quien menciona como “el padre del IDEVI”. Rescata, de su legajo personal, datos que permiten ubicar su nacimiento en Resistencia, Chaco, el 18 de junio de 1.920; que en 1941 se graduó como Agrimensor en la facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Universidad Nacional de La Plata; que se declaraba ingeniero civil, pero cuando firmaba documentos no adicionaba profesión. Se había casado con Blanca Rosa Baylet, quien fue su compañera de toda la vida, y del matrimonio nacieron 7 hijos.
“Fue uno de los primeros nueve empleados que vinieron adscriptos de distintas jurisdicciones cuando el IDEVI perentoriamente empezó a funcionar en 1962, en dos oficinas prestadas por la Legislatura; recibió el nombramiento de sub gerente general del organismo el 1 de mayo de 1964 y en varias ocasiones ocupó la gerencia general, por la vacancia de ese cargo, hasta su renuncia en 1970” señala el recopilador. Agrega “quienes trabajaron cerca de él y los que esporádicamente necesitaban entrevistarlo testimonian que más importante que su trayectoria profesional fue su trayectoria como persona. Era un hombre pacífico, comprensivo y dotado de una calma que sorprendía a cualquier interlocutor. En tal sentido, no había nada más ajeno a su persona que el rencor, la envidia o el deseo de venganza”
Es muy interesante la trascripción completa de un artículo del ingeniero Vía, publicado en el diario “La Voz Rionegrina” el 10 de febrero de 1966. Se reproducen aquí algunos párrafos.
“En síntesis, el trascendente significado que tiene para el país esta empresa del desarrollo del valle inferior del río Negro, consiste, por sobre toda otra cosa, en que con esa tarea se está realizando una prueba decisiva de nuestra capacidad de ejecutar, dentro de las pautas de una eficiente organización, un proceso ordenado y acelerado, de incorporación territorial y social a los más alto niveles de productividad y de vida.
Es también una prueba de la eficacia de un nuevo instrumento institucional, o sea, de un organismo de desarrollo regional de acción multisectorial, que debe ser base de un acelerado proceso de transformación de estructuras socioeconómicas regionales. Se deben superar ciertos obstáculos que se originan, generalmente, por la acción concurrente, en una misma área territorial, de numerosas entidades del sector público (internacionales, nacionales, interprovinciales, provinciales, municipales, regionales,), y por las actividades del sector privado local.
La concertación de los objetivos e intereses de todos los sectores, múltiples y muchas veces antagónicos, en torno a una finalidad común, para lograr los mejores resultados, en el menor tiempo, y al más bajo costo, es, por lo tanto, el principal propósito de esta manera de encarar el desarrollo del valle.” Palabras de Juan Vicente Vía.

La magia y el entusiasmo
Rosso asegura que “todo lo que se hizo en el IDEVI, en estos 50 años, tanto desde el organismo como desde los chacareros y habitantes de la colonia, es consecuencia de una mágica disposición, de la identificación con un proyecto, que se dio en los primeros empleados y colonos, pero continúa en el tiempo con verdadero entusiasmo”.
El libro de próxima aparición no concluirá el debate en torno al proyecto IDEVI, sus marchas y contramarchas; más bien, por el contrario, es esperable que una positiva consecuencia de esta publicación sea el estímulo para otras nuevas discusiones.