domingo, 10 de octubre de 2010

Asignatura pendiente: la protección del patrimonio histórico

Arriba: las primeras casitas del balneario de La Boca (antes Villa Massini), abajo la casona de La Luisa, parte del feudo del ingenio azucarero de General Conesa
Abajo, una de las comisarías de la época del gobernador Pagano, en Ministro Ramos Mexía


La protección y rescate del patrimonio histórico cultural es una asignatura pendiente en los planes de gobierno de nuestro país. Poco se hace, no hay políticas definidamente claras en ese accionar y cuando se viaja por la geografía nacional se divisan importantes edificios y sitios de valor en el mayor de los abandonos.

En la vecina Carmen de Patagones, donde se describieron algunos pocos domingos atrás tres paradigmas de la desidia en esta materia (estación ferroviaria, ex chacra experimental y cerro de la Caballada) existe una luminosa excepción a la regla. Se trata del Museo Histórico Emma Nozzi, dependiente del Museo Histórico Arturo Jauretche del Banco de la Provincia de Buenos Aires, que funciona en una antigua casona maravillosamente reciclada en dos etapas, la de la llamada “Casa Histórica” (trabajos realizados entre 1986 y 1988) y la denominada “Casa Cagliero” (cuya reconstrucción se efectuó, en tiempo veloz durante el año 2009).
Este complejo de salas de exposiciones, salón de café-confitería-restaurant, depósitos y oficinas es una acabada demostración del trabajo bien realizado, en defensa del patrimonio histórico urbano.
Basta con observar las fotos antiguas, de los primeros años del siglo 20, para apreciar la exactitud de la reconstrucción de las fachadas; otorgándole un inmenso valor al casco histórico (también denominado “poblado histórico” en la declaratoria como Monumento Histórico Nacional del año 2003) en la vieja zona del puerto, poblada de nostalgias marineras.
Este cronista no vacila en afirmar que la sede del Museo Emma Nozzi de Patagones es un ejemplo para tener en cuenta, a nivel regional y nacional.
En Viedma
En la ciudad de Viedma hace pocos meses la Municipalidad encaró una obra encomiable, aunque de menor complejidad y costo (comparando con el museo de Patagones): la restauración del centenario Palacio Municipal sobre la calle San Martín, donde ahora tiene asiento de sus funciones el Intendente Municipal, acompañado de algunos colaboradores inmediatos.
Todavía espera una profunda intervención (en términos arquitectónicos, entiéndase) la llamada Manzana Histórica, donde sobresale el imponente edificio del Colegio Salesiano, con más de 120 años de antigüedad. Los fondos prometidos por el Gobierno Nacional no llegan y la construcción se deteriora cada día un poco más. Un ala del primer piso ya está inutilizable, por la goteras; aparecen problemas de elevada salinidad en algunas de sus paredes, se desprenden trozos de mampostería de las cornisas… en fin: es urgente la recuperación. No sólo porque se evitará un mayor deterioro sino por los importantes usos que se le pueden dar a todo el complejo. Las actuales autoridades municipales, encabezadas por el intendente Jorge Ferreira, confían en la futura instalación de un Museo de la Ciudad en un sector del viejo colegio, pero hoy no se vislumbran certidumbres.
La escuela primaria número 2, construida hacia 1915 sobre la calle Mitre, fue restaurada sólo en su planta baja, adaptándola como centro cultural. Se generó un espacio luminoso y amplio, pero lamentablemente no se conservó ningún ícono que permita identificar al edificio en relación con su rica historia escolar; ni tampoco hay cartelería informativa que rescate ese pasado. Quizás alguna gigantografía con fotos, colocada en el acceso y en el salón interior pudiera compensar esa falta.
Una brillante acción
En el balneario El Cóndor, popularmente conocido como La Boca, y todavía añorado por algunos como Villa Massini, avanzó en forma silenciosa una tarea digna de aplauso, bajo la responsabilidad de la misma Municipalidad de Viedma, con el consentimiento de una tradicional familia local. Se trata del rescate y reubicación de dos casillas de madera y chapa que fueron parte del primitivo asentamiento de viviendas de fin de semana y veraneo, hacia fines de la primera década del siglo 20.
Una nota de esta serie publicada en diciembre de 2008 fue el puntapié inicial para la faena, conducida por el arquitecto Oscar Sanguinetti, con personal municipal. La inquietud nació del vecino Edgardo Bagli, preocupado porque la probable venta del lote donde estaban ancladas las dos casitas hacía temer la destrucción de esas verdaderas reliquias. El siguiente párrafo fue tomado de aquel artículo de Perfiles y Postales en Noticias de la Costa.
“Esas dos casillas que sobreviven como parte de la Villa Massini están actualmente un poco deterioradas por la falta de mantenimiento, pero son perfectamente recuperables. Constituyen algo así como el ombligo del progresista y cada vez más poblado balneario El Cóndor, ex Villa Massini, siempre conocido como “la Boca”.
El terreno sobre el cual se encuentran las dos edificaciones pertenece a herederos de Marcelo Bagli, uno de los sobrinos de Jacinto Massini, quienes tienen legítimo derecho a venderlo. La pregunta que se impone, entonces, es ¿no es posible rescatar una de esas casillas, (la que presenta aspecto más pintoresco) transportarla desarmadas a un espacio público y restaurarla como atractivo histórico y turístico? La respuesta es positiva: sí, se puede hacer. Debe tenerse en cuenta, desde el punto de vista técnico, que hay en Viedma un profesional con experiencia en ese tema, el arquitecto Oscar Sanguinetti, que trabajó en la reconstrucción de la casona donde actualmente funciona el museo Emma Nozzi de Patagones.”
Pasaron los meses y las dos históricas casillas están instaladas en un predio cercano a la estación Terminal de micros, donde seguramente se colocará la cartelería informativa que ilustre al turismo sobre la importancia de esas sencillas construcciones. Una de las fotos que ilustra la nota muestra el estado actual de la recuperación.
Una ordenanza en ciernes
El concejal Pedro Sánchez (UCR), en el Concejo Deliberante de Viedma, impulsa una ordenanza que define el objeto de la preservación del Patrimonio Histórico y propone criterios en tal sentido.
En la fundamentación del proyecto se sostiene que “El patrimonio histórico y cultural comprende todos los elementos y manifestaciones tangibles e intangibles, producidos por las sociedades en un momento histórico determinado. El patrimonio de un pueblo, es la herencia de su pasado, la expresión de su identidad. Es lo que otorga a las comunidades un sentido de pertenencia y unidad histórica, y por ello, la homogeneidad en determinados valores”.
Añade que “la herencia de un país, región o ciudad está constituida por el resultado de un proceso histórico, en el que la reproducción de las ideas y de lo material, se constituyen en factores que identifican y diferencian ese lugar. Es decir, que los elementos que conforman el patrimonio histórico-cultural de una sociedad, son testigos de la forma en que una comunidad se relaciona con su ambiente.
En la parte resolutiva Sánchez propone “regular la protección, conservación, restauración e incremento del patrimonio histórico y cultural en todo el Ejido de la Ciudad de Viedma” y para ello pone “como autoridad de aplicación de la presente Ordenanza a la Secretaría de Turismo, Cultura y Deporte, a través de la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad o las que en el futuro la reemplacen.”
Agregando que “a los efectos de la presente Ordenanza, la Comisión Asesora de Patrimonio Histórico y Cultural del Concejo Deliberante de Viedma o las que en el futuro la reemplacen, será el órgano asesor permanente de la autoridad de aplicación”.
Será una norma útil, pero la responsabilidad de su cumplimiento recaerá sobre el conjunto de la comunidad.
Mucho por hacer
En toda la provincia de Río Negro hay mucho por hacer en esta materia. Hace pocos días la legisladora Magdalena Odarda (ARI) advirtió sobre el daño ambiental que se produce, de un tiempo a esta parte, en el camino de acceso al Casco Colonia La Luisa, en cercanías de General Conesa, que fue la vivienda particular de uno de los propietarios del ingenio de remolacha azucarera, inaugurado en 1929 con la más moderna tecnología de aquel momento en el mundo.
Como remedio a la tala indiscriminada de la antigua arboleda de la zona propuso que sea declarada “paisaje protegido” y se proceda a la “plantación de especies de árboles característicos de la zona, con el fin de conservar el paisaje original.”
Sostiene, en los considerandos de su presentación, que el sitio del ingenio destruido y abandonado está declarado “Patrimonio Histórico Provincial” pero, sin embargo, no advierte que nada se ha hecho en el cumplimiento de esa declaración y las ruinas languidecen en el olvido, mientras son objeto de saqueo permanente.
Otro mal ejemplo de desinterés e inacción del Estado provincial son las comisarías de la ex policía del Territorio Nacional, cuya construcción fue diseñada, ejecutada y supervisada por el gobernador, ingeniero Adalberto T. Pagano. Esas magníficas edificaciones, con diseño curioso en algunos casos, se encuentran en Cubanea, San Javier, Valcheta, Luis Beltrán, Pomona, Ramos Mexía y otros puntos de la provincia.
Todas, en su conjunto, también fueron declaradas como “monumentos históricos provinciales” , a través de la ley 3.945, sancionada y promulgada en el año 2005 a instancias del legislador radical Jorge Pascual. La norma estableció que debía realizarse un relevamiento fotográfico y la instalación de cartelería identificatoria. Nada se hizo en tal sentido y se corre el peligro de que, en cualquier momento, con entusiasmo pero falta de información, algunas de esas edificaciones policiales sea reformada y pierda el estilo del diseño original, perfectamente enmarcado en los años 30 del siglo pasado.