miércoles, 15 de septiembre de 2010

Lo que queda de la Estación Experimental de Riego de Patagones debe ser recuperado

La belleza y el esplendor de los años 20 (arriba) y el actual descuido (abajo), con un grave cuadro de deterioro que entristece a quienes se acercan por ese sitio.
Del otro lado de las oxidadas vías de la abandonada estación de trenes de Patagones está la Escuela Agropecuaria Carlos Spegazzini, establecimiento de educación media que utiliza la infraestructura de lo que fue la Chacra Experimental de Regadíos del ministerio de Agricultura de la provincia de Buenos Aires, creada en 1906 bajo la experta conducción del ingeniero Fernando Leblanc. El establecimiento tenía por finalidad, tal como su nombre lo indica, realizar experimentos de diverso tipo de cultivos bajo riego en el suelo de la parte alta de Patagones, comparable al del resto del partido.
¿Para qué servirían esos ensayos? Pues para aplicar sus resultados en las casi 350 mil hectáreas que se proyectaban regar a través del proyecto que, por aquellos mismos años, la provincia de Buenos Aires le había encargado al ingeniero Carlos Wauters.
Leblanc cumplió con su misión, aunque el sistema de riego que tomaba aguas desde Guardia Mitre nunca se ejecutó y aún es la meta ideal para quienes sueñan con el definitivo despegue del extremo sur bonaerense.
En el breve plazo de 10 meses Leblanc y sus hombres (un puñado de peones sin ninguna experiencia previa en ese tipo de trabajo) desmontaron las 24 hectáreas de la chacra, hicieron el relevamiento topográfico, construyeron una red de 15 mil metros de canales, roturaron la tierra y sembraron una extraordinaria cantidad de plantas forrajeras, legumbres y frutales.
La labor más dura fue la de llevar el agua del río hasta el lugar, a 1.500 metros de distancia de la costa y 40 metros más abajo; para lo que hubo que cavar zanjas e instalar una cañería de hierro, por la que se impulsaba el agua bombeada desde la orilla por una poderosa máquina a vapor, instalada en una espaciosa sala de máquinas (al final de la continuación del bulevard Moreno) construida para tal efecto.
La creación y puesta en marcha de la Estación Experimental fue, como se comprende, una obra titánica, un ejemplo de eficiencia y responsabilidad. A tal extremo que el ingeniero Leblanc dio la vida por defender el emprendimiento. Una fría noche de julio de 1912, bajo los efectos de una fuerte helada el profesional se internó en la chacra para procurar encender fogatas que defendieran a las plantaciones, enfermó de bronconeumonía y murió pocos días después.
La chacra siguió existiendo, se perfeccionó y creció hasta convertirse en un vergel, donde las explotaciones de aceite de oliva y conservas de todo tipo le dieron fama nacional. Mucho después, en los años 40 se creó la escuela agropecuaria Carlos Spegazzini, sobre la base de la misma chacra.
En la actualidad algunas construcciones de los tiempos de esplendor de la chacra Spegazzini todavía se conservan, como por ejemplo la casona principal que era la vivienda y oficina del director. Pero el abandono y la falta de mantenimiento han hecho estragos, y sólo se puede adivinar con imaginación la belleza que habrá tenido esa edificación, rodeada por un parque con fuentes de agua y macetones florales.
Este es otro sitio que necesita recuperación y puesta en valor, con información para el visitante, un recorrido auto guiado con carteles y espacios con parque recreativo infantil. Sin interferir en las actividades educativas, la vieja escuela que ha formado centenares de técnicos agropecuarios bien puede convertirse en un hermoso lugar de paseo histórico.