domingo, 28 de diciembre de 2008

La historia de un naufragio y el nombre del balneario de la boca del río Negro


Algún desprevenido podría conjeturar que nuestro balneario El Cóndor, tan rionegrino y patagónico, recibió su nombre por la presencia en estos ámbitos australes del majestuoso rey de los cielos americanos. No sería extraño que ello hubiese ocurrido (célebres viajeros como Charles Darwin y el perito Francisco Moreno observaron cóndores volando por aquí) pero en realidad la denominación sobreviene de un pequeño barco dinamarqués que, mientras viajaba desde Alemania hacia San Francisco, en Estados Unidos, encalló en nuestras costas.

Este cronista se quedó boquiabierto la primera vez que escuchó esta historia (hace más de 30 años) y siempre pudo observar la misma reacción en quienes se enteran del origen del nombre que se le impuso a la villa marítima hace exactamente 60 años (29 de diciembre de 1948), en reemplazo de la denominación de Balneario Massini, que tuvo hasta entonces como reconocimiento a uno de los testarudos italianos pioneros de su poblamiento (ver artículo de esta serie del 7 de diciembre último). Los sucesos que contaremos se desencadenan a partir del 26 de diciembre de 1881, hace 127 años.
La docente Nydia López Kruuse es la persistente difusora de este relato. Los datos que siguen fueron tomados de una nota del archivo personal de este escriba y del opúsculo mecanografiado “Norte al norte, sur al sur, siempre los mares” de autoría de la propia Nydia, con fecha de mayo de 1992.
El principio contado por Nydia
“El balneario El Cóndor recibe el nombre de un clipper dinamarqués que llegó a estas latitudes allá por el 26 de diciembre de 1881. El clipper en aquel momento era un tipo de embarcación que significaba un desafío para los marinos, era un carguero que pertenecía al capitán John Havemann, construido alrededor de 1860 en Dinamarca.
Ese capitán se instala en Hamburgo y desde allí realiza varios viajes. Nosotros sabemos de esta historia del Cóndor porque formaba parte de su tripulación un muchachito, Peter (Pedro) Hansen Kruuse, que a Dios gracias es mi abuelo.
A bordo de ese buque, nuestro abuelo había hecho viajes hasta la China, y había pasado por el Cabo de Buena Esperanza. En nuestras manos quedó la libreta de navegación, por lo cual descubrimos que el barco Cóndor, antes de este viaje que lo dejó definitivamente en nuestras playas cercanas había llegado a Río de Janeiro.
Havemann consigue un embarque de champagne de Reims que, partiendo de Hamburgo, tenía como destino San Francisco, en Estados Unidos. Viajan sin problemas, hacen la última escala en Montevideo y siguen hacia el sur, en demanda del famoso Cabo de Hornos.
Sin embargo, pasando la barrera del río Negro, un poco más al sur, empiezan a tener problemas con la embarcación y deciden volver hacia Montevideo. Ellos lo único que sabían es que estaban frente a la Patagonia, nada más. Creían que era una tierra salvaje y pensaban que podía haber antropófagos.
Cuando llega Navidad, se dan cuenta que la cosa no va más, entonces tratan de ir hacia la playa. La fecha del 26 de diciembre es tradicionalmente la ‘segunda Navidad’ para los daneses. El barco impacta sobre las rocas invisibles por la marea alta, (en un sitio cercano al lugar en donde, seis años más tarde, se levantará el faro que todavía presta servicios a los navegantes) y el viento levanta las olas de modo que sólo con dificultad logran bajar hacia la playa.
El mismo bote salvavidas que los llevó hasta allí les sirvió esa noche de cobijo, ya que hacía mucho frío a causa del viento sur.”
Naufragio y sorpresa
“En aquel momento, la estancia que después fue Harriet y más recientemente de Rubén Pérez pertenecía a la familia Iribarne. El encargado era otro dinamarqués, Pedro Martensen, que había llegado a estas latitudes desde la zona de Tandil. Cuando amanece en la estancia todo cobra vida y movimiento. Esa mañana del 26 de diciembre Pedro Martensen por un impulso repetido mira hacia el mar y avista el barco encallado, con la bandera de su propio país. Presuroso buscó su bandera, esa que tenía reservada para las fiestas, y la izó en un lugar que pudiese ser vista desde la playa.
Los náufragos, que creyeron temerosos que podían ser bocado de los indios antropófagos, descubrieron en esas desiertas tierras patagónicas la imagen blanca y roja de la enseña nacional de Dinamarca. ¡No lo podían creer, más de uno habrá pensado que se trataba de una alucinación!
El encuentro se pudo dilucidar gracias a un artículo aparecido en el diario La Nación al día siguiente del naufragio. Por aquel entonces ya estaba acá la capitanía del puerto, del lado de La Baliza, así que se supone que ellos transitaron hacia el río y ahí estaban más cerca para avistar la estancia.
Después del contacto los náufragos se alojan en el casco de la estancia, donde don Pedro Martensen vivía con su señora y cuatro hijos, dos niñas y dos varones. Una de las niñas se llamaba María y estaba a punto de cumplir, el 29 de enero del año siguiente, sus tiernos 15 años.
En el naufragio no hubo víctimas. Sin embargo, en esos días hacen viajes en el bote salvavidas hasta la embarcación para traer lo que se puede. Traen parte del champagne, una celosía con la cual se construyó una galería en la estancia. Trajeron también la mesita del capitán, que yo conservo. En estos viajes de ida y vuelta, el más jovencito de la tripulación, un grumete, se emborrachó, se cayó al mar y se ahogó.
Unos días más tarde, John Havemann y los demás tripulantes partieron hacia Buenos Aires para volver a Europa. Eran unos trece o catorce hombres. Sin embargo, Pedro, el carpintero, le había ´echado el ojo´ a la niña María Martensen, bastante chicuela, dentro de todo, y decidió quedarse.
Consiguió trabajo, se instaló y el 23 de agosto de 1885, el día de su cumpleaños número 26, contrajo matrimonio con María, de 18. Los casó un cura de la Iglesia anglicana. Pedro nunca volvió a Dinamarca, aunque se carteaba con sus parientes. Su hermano le mandaba fotos y le contaba de su prosperidad. Mi abuelo cambió el bienestar económico por el bienestar del corazón. Tuvieron trece hijos, de los que siete sobrevivieron hasta llegar a mayores, Una de las hijas mujeres de Pedro y María fue mi madre, casada con el uruguayo Cesáreo López, profesor fundador de la Escuela Normal, en cuya primera promoción se recibieron mis tíos Elena y Emilio; donde me recibí yo también y llegué a ser regente del curso de aplicación”.
Los abuelos
“La abuela María Manuela Rigmar Martensen nació en Tandil el 29 de enero de 1867, hija de los inmigrantes Peter Simenius Martensen y Anna Kristine Larsen, miembros de las primeras colonias de ese país en la Argentina. Ella fue muy activa socialmente y además un poco trasgresora. Tenía una conducta muy rígida, muy organizada, pero fue fundadora de la Sociedad de la Madre en Viedma, cuyo fin principal era proteger a las madres solteras. En esa época, eso era trasgresor.
Una anécdota que nos contó mi madre cuando éramos grandes (porque a los chicos de esas cosas no se le hablaban) es que mi abuela contaba cuando era carnaval y a los nueve meses preparaba los ajuares, porque bueno, en fin, ya se sabía que las carnestolendas daban para algún descuido. Después ella hacía mucha obra social en la cárcel de mujeres. Iba a enseñarles labores de todo tipo y les llevaba la música y la Biblia.
Mi abuelo Peter Hansen había nacido en Korsor, Dinamarca, el 23 de agosto de 1859, hijo de Hans Kruuse y de Brigitte Nicole Olsen. Su familia siempre había estado vinculada a la náutica y aprendió el oficio de carpintero. Él era marino por vocación y por tradición, porque todos los Kruuse habían sido navieros. Por aquellos años, la familia de mi abuelo decide trasladarse a Estados Unidos. Allá van su hermano Knud, su hermana Elena y su mamá Nicolina. Pedro no los acompaña porque tenía el compromiso de trabajo de trasladar el champagne. Además, estaba el desafío del Cabo de Hornos, la gran aventura soñada por todos los hombres de mar.
Se suponía que este viaje al sur era el último del abuelo Pedro, porque después se iba a radicar en Estados Unidos, donde le esperaba un buen pasar. Sin embargo, como ya les conté, prefirió el resultado de una conquista de amor. Ya instalado en la Viedma de fines del siglo 19 aceptó todo tipo de trabajo. Fue carpintero, fue botero, instaló molinos, alambrador y en los últimos tiempos era cobrador del municipio, es decir: hizo de todo. Navegando el río, aguas abajo, en compañía de su familia fue también uno de los pioneros en instalarse en lo que fue al principio una villa muy modesta y hoy es el balneario El Cóndor, del que estamos tan orgullosos”.
La estancia, la talla, el nombre
En algún momento, seguramente por los primeros años del siglo 20, el madero con el nombre del clipper y una talla con la figura del ave de alas desplegadas fueron a parar a la estancia, ya de los Harriet, que comenzó a ser identificada con el nombre de “El Cóndor” (ver en la foto, que el barco se llamaba: Cóndor). Desde su inicio a cargo de los pioneros itálicos el poblado costero se llamó Balneario Massini (y como tal lo registraban los mapas) pero en diciembre de 1948 el entonces gobernador Miguel Montenegro le cambió el nombre por Balneario El Cóndor. El motivo de esa imposición es hoy incierto, quizás fue la reivindicación de aquella bella y romántica historia de naufragios y conquistas. Una historia que la numerosa familia López Kruuse reivindica como fundacional, y por eso cada 26 de diciembre le rinden homenaje arrojando flores a las aguas del mar, en la playa donde encalló el Cóndor.


viernes, 19 de diciembre de 2008

Cierra el año del Cincuentenario de la Gobernación de Río Negro


En el transcurso de este año 2008, a punto de culminar, se cumplió el cincuentenario de la puesta en marcha del primer Gobierno Constitucional de la Provincia de Río Negro. Aquel 1 de mayo de 1958 (foto superior) el abogado viedmense Edgardo Castello (foto inferior) asumió al frente del Poder Ejecutivo e inició la formidable tarea de construir una provincia moderna.
En mayo hubo actos oficiales e institucionales de recordación, organizados por el Gobierno, la Legislatura, la Asociación Amigos de lo Nuestro y la empresa Aeropuertos Argentina 2000 (concesionaria de la estación aérea de Viedma, que lleva el nombre de Castello). Pero durante el resto del año calendario faltaron otras actividades que profundizaran la reflexión acerca del ideario de Castello y sus colaboradores.
El 31 de diciembre se cumplirán 104 años del nacimiento de aquel político visionario, correligionario, amigo personal y admirador de ese gran estadista que fue Arturo Frondizi. Esta breve evocación quiere contribuir a que no se olvide su ejemplo.
(El artículo que sigue aporta otros datos, sobre Castello y su tiempo)

1º DE MAYO DE 1958, UNA FECHA SOBRESALIENTE

El primero de mayo de 1958 el abogado Edgardo Stéfano Nazario Castello, prestó juramento ante la Legislatura y se convirtió en el primer Gobernador Constitucional de Río Negro. La emotiva ceremonia se desarrolló en la sala del teatro Argentino de Viedma, adaptada con unos pocos elementos como recinto del flamante parlamento provincial, que iniciaba su funcionamiento en esa misma jornada histórica.
Castello, que tenía 53 años de edad, fue elegido pueblo rionegrino en los primeros comicios para gobernador y legisladores desarrollados el 24 de febrero de ese mismo año, poniéndole punto final al gobierno militar de facto de la denominada Revolución Libertadora, que había derrocado al presidente Juan Domingo Perón, en septiembre de 1955.
Una ley promulgada por el propio Perón, en junio de 1955, creó la provincia de Río Negro sobre la jurisdicción del antiguo territorio nacional del mismo nombre. La enorme diferencia entre una y otra forma jurídica era la capacidad y derecho de elegir a sus propios gobernantes, que los ciudadanos rionegrinos estarían, a partir de ese momento, en condiciones de ejercer.
La caída del gobierno peronista demoró más de dos años las convocatorias para elegir convención constituyente, el funcionamiento de ese cuerpo y, finalmente, la ansiada elección del primer gobernador.
Edgardo Castello era un dirigente de antigua militancia radical, enrolado en esos tiempos en la denominada Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) que lideraba el dirigente Arturo Frondizi, quien también el 24 de febrero de 1958 resultó elegido por el voto del pueblo como Presidente de la República Argentina.
La expectativa por el inicio de una nueva etapa institucional del país, con gobierno civil; la creación de la provincia cuyas bases constitucionales habían sido sancionadas el 10 de diciembre de 1957, el prestigio sin mácula de la figura de Castello y su condición de miembro de una tradicional familia viedmense; fueron motivos suficientes para la enorme trascendencia que tuvo aquel acto del primer de mayo de 1958.

Después del solemne juramento el gobernador Castello dirigió su primer mensaje al pueblo de Río Negro. Se extraen algunos párrafos de ese discurso fundacional.
“La constante preocupación gubernamental tiene que abarcar a toda la provincia, cubriendo sin distingos todas y cada una de sus zonas, tanto las que se encuentran en la vanguardia, como las que están rezagadas en su proceso de desarrollo.
Los escollos de la distancia, los obstáculos de la extensión, los inconvenientes del aislamiento y las dificultades que presentan los precarios medios de comunicación y transporte, serán superables cuando la inquietud espiritual vaya unida a la suficiente determinación de hacer.
El gobierno debe sentirse equidistante, condición que la conducta ha de precisar; ser equilibrado, para que la gravitación de aspiraciones justas y de intereses legítimos determine su acierto; y equitativo, a fin de no caer en el defecto de las preferencias.


El centro político de la Provincia es su Capital, pero no para que alrededor de ésta gire toda aquella, sino para que el Gobierno se sienta igualmente próximo a cualquier punto de la misma”.
Hubo un largo y cerrado aplauso y tras los innumerables saludos el gobernador Castello se dirigió hacia la casa de Gobierno, acompañado en el trayecto a pie por sus colaboradores, otras autoridades oficiales y el pueblo de Viedma que celebraba con alegría los acontecimientos de aquella jornada.

Ya en la sede del Ejecutivo, en similar emplazamiento al actual, el primer mandatario de Río Negro tomó juramento y puso en funciones a los miembros de su gabinete.
En esta cuestión Castello puso en práctica su claro pensamiento integrador y distribuyó los principales cargos entre hombres con antecedentes y orígenes en las distintas regiones de la amplia geografía rionegrina.
De esta manera José Basail, de General Roca, asumió el ministerio de Gobierno; René Casamiquela, de Ingeniero Jacobacci, ocupó la cartera de Asuntos Sociales; César Argentino Obregón, de Cinco Saltos, el ministerio de Economía y Francisco Muñoz, de San Antonio Oeste, fue designado en la Secretaría General.
Otros nombramientos fueron los del docente cordobés Carlos Taborda, en la dirección de Educación y Cultura; y del médico viedmense Enrique Viglione en el Consejo de Salud Pública.

Ya terminados estos actos el gobernador Castello salió al balcón de la casa de Gobierno, enfrente de la plaza San Martín, saludó al público y reiteró sus convicciones. “Soy consciente de la responsabilidad que implica esta hora, afirmo que pondré todo mi empeño en el cumplimiento de mi trascendente cometido. Anhelo, como suprema compensación moral, que al término de mi mandato pueda decirse que fui digno del compromiso, que libre y categóricamente he contraído con el pueblo de mi provincia”.

Aquella declaración de principios se cumplió cabalmente. El gobierno de Edgardo Castello fue interrumpido, por un nuevo golpe militar, el 29 de marzo de 1962, cuando faltaban apenas 30 días para la entrega del mando a su sucesor. Durante esos casi cuatro años se desarrolló una formidable labor de planificación y ejecución en vías del desarrollo, sentando las bases para una provincia dinámica y pujante.

Por todo ello la fecha del primero de mayo de 1958 adquiere significación sobresaliente, en la historia de la provincia de Río Negro.




Breve reseña biográfica
Edgardo S.N. Castello nació en Viedma el 31 de diciembre de 1984, sus padres fueron Arturo Castello y Elvira Emma Contín. Se recibió de abogado en la Universidad Nacional de La Plata en 1929. Se casó en Viedma con Amelia Entraigas y tuvo tres hijos, Edgardo, Susana y Arturo. La militancia política en las filas del radicalismo la comenzó muy joven, fue secretario de la convención nacional del partido, titular de la UCR de Río Negro y después de la separación entre UCRP y UCRI se encolumnó con Arturo Frondizi en esta última línea. En 1957 fue convencional constituyente nacional y el 24 de febrero de 1958 los rionegrinos lo eligieron Primer Gobernador Constitucional. Falleció en Buenos Aires el 14 de julio de 1964, sus restos descansan en Viedma.




lunes, 15 de diciembre de 2008

Rodolfo Casamiquela, un investigador de tiempo completo

Rodolfo Casamiquela murió el 5 de diciembre, cuando ya casi cumplía 76 años, pues había nacido en Ingeniero Jacobacci el 11 de noviembre de 1932. Rudy, como se lo conoció desde chico en el seno de su familia, fue un investigador de tiempo completo, siempre curioso y atento a las cosas que se presentaban a su alrededor.

No era fácil encasillarlo en un solo rubro de la ciencia. Su formación, mayormente autodidáctica y convalidada con un doctorado en Ciencias en la Universidad de Chile, comprendía diversos aspectos de la biología, la antropología, la arqueología, la paleontología y la etnología. Le interesaba todo lo referido al hombre y su entorno, a través de los tiempos; al origen de la vida desde el comienzo del universo; a los rastros que los seres vivos han ido dejando sobre la corteza de la tierra; los vestigios de las lenguas perdidas, especialmente la tehuelche, que pudo aprender con sorprendente facilidad.
Casamiquela fue, sobre todo, un descubridor de pisadas, en el sentido amplio de esa expresión. Pero, también, dejó sus huellas propias, en una enorme cantidad de publicaciones de carácter científico y divulgativo, en las incontables conferencias ofrecidas ante auditorios de todo tipo, en iniciativas acerca de proyectos de investigación, montaje de exposiciones y campañas de relevamiento. Uno de sus mayores orgullos (tal vez el principal, en su vida profesional), fue el Museo “Jorge Gerhold”, naturalístico, antropológico e histórico de Jacobacci, que fundó con su tío (Gerhold, precisamente) en 1949, cuando tenía apenas 16 años pero ya despertaba en él la pasión por el rescate de piezas arqueológicas que encontraban, juntos, en sus excursiones de campo.
Un breve relato personal
En mayo de 2006 este cronista conversó largamente con Rodolfo Casamiquela acerca de los orígenes y riquezas de “su museo”. La charla también comprendió referencias a la historia familiar y resulta interesante la transcripción de algunos de sus tramos, donde destacaba la colaboración de los pobladores sureños para el hallazgo de restos fósiles.
“Una vez vino un minero que trabajaba por allí cerca y me dijo, mire Rudy yo me encontré con un hueso; otra vez fue don Alonso Mellado y me anunció: encontré esto y quiero que lo tengas. Yo tenía 16 años y desde entonces lo conservé durante muchos años, lo llevé al museo de La Plata para que lo vieran y resultó ser del primer dinosaurio pico de pato que se encontraba en el hemisferio sur, porque hasta ese momento sólo se ubicaban en Canadá. Fue un descubrimiento revolucionario”.
“La pieza más valiosa del museo es, posiblemente, una colección de pisadas fósiles que tienen 222 millones de años y son los antepasados de los mamíferos. Las pisadas fósiles, los rastros, es una ciencia que fue mi especialidad y que el paleontólogo común desprecia, porque como no la conoce le desconfía. Pero resulta que la impresión de un organismo vivo la deja el andar, y un hueso fósil deja la impresión de un organismo muerto. Entonces por la pisada yo puedo saber si un bicho galopaba; y si, en cambio, encuentro unos huesos de patas largas, fósiles, no puedo demostrar si galopaba. Allí (en esa colección) tenemos los andares más avanzados entre los reptiles. Son huellas que se encontraron en Los Menucos”.
“Jorge Gerhold era hermano de mi madre, uno de los menores, familia de origen austríaco. Mi abuelo era herrero artístico y se radicó en San Antonio Oeste, ya casado con una Reggiani de Patagones. Mi madre nació en 1908 y allá conoció a mi padre, René, oriundo de Río Colorado, de una familia pionera de esa zona. En 1928 mis padres se instalaron en Jacobacci, donde mi padre era representante de la firma Peirano, y con ellos fue mi tío, que se convirtió en el hombre más querido del pueblo. Un tipo de 1,91 metros de alto, con voz de barítono, pintoresco, trabajó llevándole los libros a papá, y después puso una papelería: y en la oficina empezó a juntar cosas. Pasó un mineralogista y clasificó las piezas, entonces se me ocurrió decirle a mi tío: y si armamos una exposición pública? Mi padre puso varias habitaciones del depósito para el museo que nació con el nombre de Ayufín Mapú, que quiere decir tierra querida. Mi tío murió joven, a los 44 años, era mi compañero de salidas, junto con Elías Chucair, unos años mayor que yo; mi hermano mayor, Héctor y mi hermano menor, René, con el que hice largos viajes.”
“Otro gran colaborador fue Eulice Inostroza, un excelente compañero en el campo, en esas salidas por caminos bravísimos, que se vino para Viedma cuando yo estaba en el CIC (Centro de Investigaciones Científicas) y después acompaño a Carlos Gradín y otros investigadores”.
La admiración por los viajeros
Si hubiese vivido en el siglo 19 Rudy Casamiquela hubiese sido un viajero naturalista, de aquellos que casi en soledad, a lomo de caballo o de mula recorrieron extensas y desérticas latitudes de la Patagonia. Por eso reconocía su profunda admiración por figuras como Florentino Ameghino (figura emblemática de la ciencia argentina, a la que le dedicó su propia fundación), el perito Francisco Moreno (tan luego fundador de los Parques Nacionales), George Musters (aquel aventurero inglés) o George Claraz (un suizo que cruzó la meseta de Somuncura).
Uno de los trabajos pendientes de Casamiquela era la reedición, comentada, del libro ”Diario de viaje a exploración a Chubut, 1865-1866” de Claraz. Siguiendo las huellas de este viajero, en noviembre de 2006, Rodolfo encabezó una expedición al bajo de Yamnago, al sur de El Caín, para localizar a “la vieja”, o piedra sagrada de los tehuelches. Con el acompañamiento de los vicegobernadores de Río Negro, Mario De Rege, y del Chubut, Mario Vargas, y la colaboración del Consejo de Ecología y Medio Ambiente (Codema) en la ventosa mañana del 14 de noviembre de 2006 un grupo de observadores estuvimos junto a la piedra y escuchamos una magistral invocación de Rudy en la lengua tehuelche. “Dame tus guanacos y avestruces, tus animales, cacica, favoréceme”, dijo en homenaje a aquellos altivos cazadores que hace un siglo y medio transitaban aquella latitudes. (ver foto)
Casamiquela y Atahualpa
El locutor y periodista Eduardo Reyes aportó su recuerdo.
“Tuve el placer enorme de conocer personalmente a Rodofo Casamiquela en Coronel Dorrego, durante una de las ediciones de la Fiesta de las Llanuras que se celebra anualmente en el mes de Octubre; estoy seguro fue entre los primeros de la década del sesenta, es decir hace mas de 40 años.
Casamiquela había sido convocado a dictar una conferencia en ese marco, y con su expresión amena, clara y precisa cautivó a quienes tuvimos la oportunidad de escucharlo. Luego de la conferencia vino la charla informal, rueda de mate y asado. Casamiquela deslizó en un momento que la región de Dorrego, especialmente la costa atlántica, en este caso Monte Hermoso, seguramente había sido habitada por animales prehistóricos, como megaterios. La gente de La Peña Nativista de Dorrego, tomó las palabras como un desafío y se acordó una expedición a la playa montehermoseña en un sector cuyo piso debía tener determinadas características, por lo que se decidió por una zona conocida como “las rocas”, Se organizó el viaje teniendo en cuenta la bajante plena de la marea para que el espacio a examinar fuese mayor. Grande fue la sorpresa de quienes integramos aquella expedición cuando al trasponer las dunas observamos numerosas pisadas que daban la impresión que un animal recién había pasado por allí. Se podrán imaginar nuestra sorpresa y admiración por quien con tanta certeza nos había hablado de ese tema.
Desde aquel momento tuve contacto en forma permanente con Casamiquela, traté de ilustrarme con sus libros, notas y otras publicaciones y debo afirmar sin temor a equivocarme que a través de esos trabajos logré conocimientos que han resultado mas que trascendentes para mi labor periodística.
Tuve además la dicha de haber podido concretar un trabajo con Casamiquela. Fueron 38 micro programas de 15 minutos cada uno, a los que por su indicación los titulamos “Lo folklórico y etnográfico en la Patagonia”; que grabamos hace alrededor de 20 años en Radio Nacional Viedma cuando me desempeñaba al frente de la misma.
También recuerdo que cuando llegué a Viedma con Atahualpa Yupanqui, para una actuación en el Centro Cultural, finalizado el recital se acercó Rodolfo y tuve el honor de presentarlos ya que si bien se admiraban mutuamente, nunca habían conversado personalmente.
Rodolfo me había comentado que en una instancia anterior, estando Yupanqui en Viedma, había visitado la casa de sus padres, compartiendo una velada con su madre (doña Ida) y otros amigos. Decía Rodolfo que su mamá le contaba siempre que en aquella oportunidad había tocado canciones muy antiguas en la cítara y que Yupanqui se había sumado, con su guitarra, para tocar temas de Juan Sebastián Bach.
Aquella noche, cuando presenté a Yupanqui con Casamiquela, don Ata enseguida preguntó “¿Y como esta su mamá? Me acuerdo de una vez que estuve en su casa, su mamá tocó la cítara en forma impecable y yo toque Bach con mi guitarra”. Los dichos del gran artista certificaron, para siempre, aquel relato”.

El recuerdo de Freddy Masera
El sociólogo Ricardo “Fredy” Masera sumó su evocación.
“Conocí a Rodolfo Magin Casamiquela en 1983, estaba trabajando con unos fósiles, contento con una enorme cabeza de no sé qué, la más grande que había hallado. Con el tiempo comenzaron esporádicos diálogos que se profundizaron en 1988 y permanecieron definitivamente con motivo de mi interés por el estudio de las mesetas patagónicas, empezando por Somuncurá. Paulatinamente, pasamos sin darnos cuenta a una relación amistosa, trasladada también a nuestras familias. Abrevé en sus conocimientos, en el asesoramiento que por su gran dominio científico en los más variados campos, me brindaba sin tapujos, como a todos. Hace tres meses ante una duda mía me tiró su último cabo, es decir, una idea salvadora. Otra base del diálogo era nuestra sufrida, frustrante preocupación por las políticas públicas, en amplio sentido. A ese diálogo le respondía con mi experiencia como militante político y como profesional permanente del Estado nacional y provincial. Por allí algunos temas los discutíamos fuerte y seguíamos como si nada. Pasaron los años y devinimos amigos, curiosamente manteniendo siempre el trato mutuo de ‘usted’. Aquí ya puedo decir que todo esto estaba atravesado por el humor que practicábamos sin parar, hasta actuando cariñosas y no tanto, alusiones a situaciones y gentes, o la amenización ‘de la conversa’ ensayando a dúo canciones de cualquier género. Tomábamos café en muchos bares, en los que se sucedían las reuniones de trabajo, pero era un joven tan antiguo que por allí se pedía un ‘submarino con baibiscuí’. Tuve en mi vida tres maestros y amigos, uno en la literatura: el poeta Francisco Chacho Rossi, otro en la política: el obrero metalúrgico Héctor Tristán y a Rudy Casamiquela en el áspero ámbito científico (todos muertos). Como dice una canción del uruguayo ‘el sabalero’ Carbajal: ‘Me siento tan solito…’ ” (Hasta aquí el aporte de Masera)
Rodolfo Casamiquela partió. Una enorme obra quedó como testimonio de más de 50 años de labor y pasión. Hay libros, artículos y grabaciones que recogen sus ideas. ¿Quién se encargará de hacer una recopilación ordenada? Es una tarea pendiente, para que no se malogre su esfuerzo, descartando respuestas fáciles.






viernes, 5 de diciembre de 2008

Una reliquia, casilla levantada en 1919 en el balneario de La Boca, cercano a Viedma

Esta casilla perteneció al boticario Jacinto Massini, que fue uno de los pioneros del balneario ubicado en cercanías de la Boca del río Negro en el mar y, precisamente, durante muchos años fue conocido como balneario Massini (actualmenteEl Cóndor). Es una construcción de madera y techo de chapa, levantada hacia 1919, que se conserva casi en perfectas condiciones. En la villa balnearia hay otras casas antiguas, pero faltan alrededor de una docena, a las que literalmente se las "tragó el mar" entre 1950 y 1955. (Ver artículo en "Perfiles y Postales" del diario Noticias de la Costa, este domingo 7)

martes, 2 de diciembre de 2008

El primer canal de TV de Viedma se inauguró en 1968

Fue en agosto de 1968 cuando comenzó sus emisiones el canal de televisión "de circuito cerrado" de Viedma, bajo el nombre de Televiedma, con la señal (¡única!) del canal 3, que después se transformó en canal 2. La programación se transmitía entre las 18 y las 24, con programas "enlatados" de la TV de Buenos Aires (clásicos como "Odol Pregunta", por ejemplo) y algunas producciones propias, como el noticiero local. Durante varias temporadas, desde 1970 en adelante, fue conductor de informativos el periodista y locutor Edalberto Ferrari, que aparece en esta foto de archivo en el estudio de la casona de la calle Mitre 919. Aquella empresa Televiedma era de capitales locales (comerciantes, hacendados, jubilados, que juntaron el capital inicial) y fue la segunda en su tipo en la Patagonia. Hoy el concepto de "circuito cerrado" está totalmente superado y se habla de "canales de cable" con multiplicidad de señales. Televiedma quedó en la historia, porque marcó una época y una verdadera revolución en materia de comunicación en Viedma y Carmen de Patagones, hace cuatro décadas.