viernes, 21 de noviembre de 2008

Hace apenas 50 años estos jóvenes se recibieron en la Escuela Normal de Viedma

¿Algún visitante del blog reconoce los rostros de estos jóvenes, de hace medio siglo? Eran 23 ilusiones que se ponían en marcha en la vida, 23 espíritus forjados en las aulas de la Escuela Normal Mixta Eliseo Schieroni, en su histórica sede de la calle Buenos Aires 320. En el trancurso de estas cinco décadas cuatro de ellos han fallecido, pero superando distancias y olvidos 16 de aquellos maestros de 1958 se reencontraron, en Viedma, el pasado sábado 15 de noviembre.
La crónica de la emotiva reunión, con más fotos y la nómina completa de aquella promoción del magisterio rionegrino, se podrá encontrar este domingo 23 en "Perfiles y Postales" en el diario "Noticias de la Costa" (www.noticiasnet.com.ar)

martes, 18 de noviembre de 2008

Arsenio Martínez, fundador del peronismo en Carmen de Patagones



Nació en Bahía Blanca y allá inició su larga trayectoria ferroviaria, primero como empleado del Ferrocarril del Sur. Hacia fines de 1943 pidió el traslado a Carmen de Patagones, aquí se estableció y desde hace más de 60 años vive en la calle Yrigoyen al 200.
“Siempre trabajé en el ferrocarril y en el comercio, con un negocio que teníamos primero en la calle Mitre, junto con mi hermano Nieves; después en la esquina de Italia y Suipacha, fui viajante hasta Jacobacci, para la venta mayorista” comenzó su relato, en la tranquilidad de su hogar, acompañado por su esposa y uno de sus hijos.
“Cuando el coronel Perón empezó con las transformaciones del país desde la secretaría de Trabajo nosotros vimos, desde la Unión Ferroviaria, que había la posibilidad de un cambio”.
“Ya en 1945 empezamos con el médico doctor Carlos Tessari la organización del movimiento que se llamaría justicialista, el primer lugar de reunión era un centro independiente que teníamos enfrente del muelle, en la zona del puerto. Con nosotros estaban también el ingeniero Luis Pappini, que era director de la chacra experimental; Francisco Agostino, que tenía casa de comercio; un grupo de maestros entre quienes recuerdo a Raúl Pozzo Ardizzi y Hugo Gayone, que sería después concejal municipal, Mario Uicich, primer secretario peronista del Concejo Deliberante; Atilio Ieracitano, otro comerciante; el bioquímico Hugo Mezzelani, y otro grupo de buena gente”, recordó también.
Casa por casa, chacra por chacra
Los comienzos del peronismo no fueron fáciles en una población de antigua prosapia radical como Carmen de Patagones, y así lo tiene presente don Arsenio. “Fueron tiempos duros al principio, hubo que recorrer casa por casa por los barrios más humildes y meternos en los campos, chacra por chacra. Como éramos un grupo de jóvenes sin experiencia en la política no nos conocían, y además tampoco teníamos recursos. Fíjese que para salir al campo nos prestaban un Jeep de un muchacho que trabajaba en la Experimental y andábamos desde las seis de la mañana hasta la diez de la noche. Había muchos extranjeros, inmigrantes que no votaban; y gente que tenía otro pensamiento político”.
“Patagones estaba muy mal en aquel tiempo, vivía del campo y de los pocos comercios, de los pocos empleos del Estado; después vino la pesca del cazón, que duró escaso tiempo. Pero para los pequeños productores del campo las cosas eran duras, los grandes acopiadores de cereales hacían su propio negocio, acaparaban y les pagaban a los chacareros lo que ellos querían, con cuentagotas. El cambio empezó cuando Perón creó la Junta Nacional de Granos y se le empezó a pagar el precio justo, en término, con la retención de apenas el 10 por ciento. Otro cambio importante fue el plan de colonización, con la entrega de tierras a los colonos, que incluía su casa propia, para que pudiera vivir en forma decente. Hasta ese momento los campos eran fiscales o había dos o tres grandes terratenientes. Yo tengo guardada la lista de los primeros chacareros adjudicatarios de la tierra, en 1950.”
En la Municipalidad
Arsenio accedió a una banca como concejal municipal en las elecciones de 1948 y estuvo casi dos períodos, hasta el golpe militar de 1955; a partir de 1953 fue presidente del cuerpo. Fue activo colaborador de los intendentes Tessari, primero, y después de Francisco Andisco (ingeniero, había llegado como director de la Chacra Experimental) Trabajó muchas horas en el Honorable Concejo Deliberante, y como ese puesto no recibía ninguna remuneración siguió con sus labores en la estación ferroviaria, que ya para entonces pertenecía al Ferrocarril Nacional General Roca.
De la labor municipal de esa época destaca la tarea en acción social. “Con la asistencia de la Fundación Eva Perón se hizo mucho, cubriendo las necesidades de los barrios que comenzaban a crecer. En materia de salud pública el doctor Tessari realizó mucha obra, porque siendo médico le daba importancia esencial a la atención sanitaria de la gente. Se construyeron los edificios para el Centro Materno Infantil, el Polivalente y el Centro Psiquiátrico, sobre la calle Dr. Baraja; y también en ese tiempo se comenzó la construcción del nuevo hospital, que se terminó años más tarde”.
También recuerda que siendo gobernador el teniente coronel Domingo Mercante, entre 1946 y 1952, durante la gestión del mismo intendente Tessari, se construyó el primer conjunto de viviendas populares llamado Barrio Obrero, en proximidades de la estación del ferrocarril.
“Eran casas de primera calidad, tipo chalecito, con pisos de parquet y todas las instalaciones sanitarias, equipadas con cocinas tipo económica a leña, un verdadero lujo para gente que hasta ese momento posiblemente vivía en condiciones muy precarias, trabajadores que de otra forma no hubiesen llegado nunca a una vivienda digna, fue una gran obra de Mercante y de Perón, por supuesto” sostuvo, al respecto.
“Otra obra importante fue la construcción de los silos cerealeros en Stroeder, para que la Junta Nacional de Granos pudiese cumplir su función de acopiadora en beneficio de los productores” añadió, remarcando que “hasta que llegó Perón las grandes empresas eran todas extranjeras, sobre todo inglesas”.
Destacó también que “Patagones todavía le debe un reconocimiento al doctor Tessari, por todo lo que hizo por este pueblo”.
Recordó, asimismo, “algunas discusiones muy fuertes en el Concejo, como cuando lanzamos el plan para pavimentar 11 cuadras y hubo oposición de algunos concejales; porque decían que Patagones no se merecía ese tipo de obra”.
Corazón ferroviario
Arsenio transcurrió muchos años de su vida junto a las vías, desde épocas de los ferrocarriles ingleses “cuando se trabajaban 12 horas corridas y si había que quedarse fuera de hora no se reconocían horas extras ni nada”; después fue protagonista de la épica nacionalización de los ferrocarriles en 1948 y reflexiona, con tristeza, que “la destrucción del servicio ferroviario, que comenzó con la caída de Perón, fue una de las mayores desgracias que le pasó al país”.
Con exacta precisión recuerda el intenso movimiento de la estación de Patagones, con los números de los servicios: “el tren 45 iba para Bariloche, todo dormitorio, y el 46 era el de vuelta, tres veces a la semana; los 37 y 38 eran los locales, de Bahía Blanca a San Antonio Oeste, que corrían también tres veces por semana; y había un servicio diario de Patagones a Bahía Blanca; y estaban los trenes de hacienda, a veces dos veces por día; y los del trigo, había muchísimo movimiento, hasta cuatro trenes diarios, y por eso en total en Carmen de Patagones tenía como 200 empleados del ferrocarril, con la colonia para el personal soltero. Las maniobras de carga y descarga, de movimiento de vagones, se hacían a toda hora, durante todo el día. Se trabajaba mucho.”
Tras el golpe militar contra el gobierno peronista, en septiembre de 1955, Martínez fue dejado cesante de su puesto de auxiliar “con una nota en la que me decían que me echaban por la simple razón de haber sido simpatizante del peronismo”. Pasaron varios años y la Unión Ferroviaria, su gremio, consiguió un retiro para todos aquellos que habían sido despedidos por persecución política.
En tiempos del gobernador peronista Victorio Calabró (1974-76) Arsenio fue designado, por la Zona Sanitaria con asiento en Bahía Blanca, como administrador del Centro Materno Infantil. Con la nueva caída del justicialismo y la irrupción de la dictadura militar este organismo fue clausurado por la provincia y él fue obligado a pasar a la planta de empleados municipales. “Pero yo le dije a (el secretario de Gobierno) Antonio Larrañaga, yo voy a la Municipalidad pero no voy a hacer nada, y en efecto no hice nada durante varios años, hasta que me jubilaron”.
El paso de Evita y Perón
“Claro que me acuerdo, yo trabajaba en la estación y llegó la orden de que se tenían que cerrar los portones de acceso, para que no entrara nadie a la zona de los andenes, por seguridad” dijo Arsenio cuando el cronista le pidió que contara de aquella anoche de principios de 1950 cuando pasó el tren que llevaba al presidente Perón y su esposa Evita hacia Bariloche.
“Pero nosotros (el personal ferroviario) no hicimos caso y dejamos que la gente se metiera por todas partes, cuando el tren paró todos pedían que salieran ellos a saludar, y se asomaron un ratito, yo creo que Evita ya no estaba bien, salió a un balconcito envuelta en un poncho, me acuerdo muy bien. El tren era uno moderno, un coche motor, que habían traído en aquella época”
La pasión por el peronismo y sus ideales sociales, inalterable aún con el paso de los años, está acompañada por su afición inclaudicable con tres divisas deportivas que lo marcaron desde la juventud: Boca Juniors en el orden nacional, Olimpo en lo regional y el desaparecido Emilio Mitre en el ámbito local. Ya con un pie en la puerta, cuando despide con enorme amabilidad la visita periodística, apuntó “me dio una enorme tristeza cuando se liquidó a Mitre, después de tanto esfuerzo para levantar el gimnasio y reconstruirlo cuando el viento lo voló, yo no estuve de acuerdo con la fusión, pero… bueno, son cosas que ya pasaron”.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Coco Linares, muchos años soplando su trompeta, por amor a la música

Coco Linares es un músico de raza, la imagen de arriba lo muestra en sus años jóvenes, cuando impulsó la recordada orquesta "Novel Jazz" con la que bailaron cientos de parejas de Viedma y Carmen de Patagones en la década de los '50.
Ahora, ya retitrado de los escenarios (y de la banda de música de la Policía de Río Negro, que dirigió durante una época brillante) y con juveniles 80 años toca música para sus amigos en la intimidad de su casa de la calle Guido, de Viedma.

domingo, 16 de noviembre de 2008

La misma esquina de Carmen de Patagones, con unos 90 años de diferencia


La foto de arriba es la imagen actual de la esquina de las calles J.J. Biedma y Pasaje del Muelle, en el casco viejo de Carmen de Patagones. Abajo el mismo sitio hacia 1918, 90 años atrás. El edificio que fue, en sucesivos tiempos, capilla, colegio religioso, escritorio de una firma de saladero de cueros, sucursal bancaria (de los bancos Provincia de Buenos Aires y Nación), almacén y bar, fonda, casa de pensión y vivienda familiar, es ahora la sede del Museo Histórico Regional de Patagones. (ver nota en www.noticiasnet.com.ar sección "Perfiles y Postales")

jueves, 13 de noviembre de 2008

Carmen de Patagones bajo los efectos de la inundación de 1899

La imagen corresponde a la actual calle J.J. Biedma, enfrente del muelle de lanchas, y puede apreciarse el nivel alcanzado por las aguas, en julio de 1899. La casa del centro, con esquina en ángulo recto, era por entonces la sucursal del Banco de la Nación Argentina y muchos años después, reconstruída como eran sus planos originales, se convirtió en la sede del Museo Histórico Regional. (Este domingo 16, en "Perfiles y Postales" en las páginas del diario Noticias de la Costa, se publica una nota sobre los cambios producidos en esa esquina desde 1780 hasta el presente)

miércoles, 12 de noviembre de 2008

En 1968 se fundó la empresa de colectivos Ceferino, de Viedma


Este es el relato de Ervin Balogh, fundador de la empresa Ceferino, que actualmente realiza servicios urbanos e interurbanos entre Viedma y Carmen de Patagones, además de viajes de larga distancia a Buenos Aires.
“Por el año 1968 el Vasco Pappático había comprado dos colectivos viejos de La Puntual de Bahía Blanca, de la línea a Cerri, había sacado permiso en la municipalidad para una línea local, y le puso de nombre Ceferino. Empezó con el servicio el 9 de julio de 1968, pero después le vendió los colectivos a Guttmann y uno de los Cambarieri.
Un día yo me lo encuentro a uno de ellos en una estación de servicio, y le dije, en joda: che, cuando te cansés de andar en colectivo, avisame, porque en una de esas te los compro. Pero a los pocos días me lo cruzo de nuevo y salió el tema. El 15 de diciembre Guttmann y Cambarieri se me aparecieron en casa, dispuestos a hacer negocio. Eran dos colectivos con carrocería de madera, motor Perkins cadenero, del año 1946; a uno le habían arreglado el motor poco antes y andaba, el otro estaba parado. Arreglamos en tres mil pesos los dos coches, con el permiso transferido a mi nombre, y el chofer Fassolari bajo mis órdenes, empecé el 16 de diciembre de 1968”.
“Eran coches muy viejos, muy gastados, había que trabajar todo los días para arreglarlos, me tocó cambiar la caja de cambios en la madrugada para tenerlo listo a las seis de la mañana para arrancar. La cosa era cumplir los horarios, porque desde el primer día mi compromiso fue el estricto horario”.
Ervin no tiene dudas de que Ceferino Namuncurá lo ayudó, con su protección, pero la historia del emprendimiento no puede contarse en forma completa sin destacar la colaboración de doña Inés Bellini de Balogh, encargada de contar las monedas y atarlas en paquetitos para llevarlas al banco; y los tres muchachos que limpiaban los coches, colaboraban en las reparaciones y bien pronto, apenas llegaron a la edad reglamentaria, empezaron a tomar el volante. “No todos los padres pueden estar tan orgullosos de mis hijos como lo estoy yo”, apunta el protagonista de esta historia.
Parecía imposible, pero llegó. A principios de 1971 la empresa Ceferino tuvo su primer colectivo cero kilómetro propio circulando por las calles de Viedma. Otra vez la excelente memoria de Balogh. “En el año 71 mi suegro Bellini le vendió unos terrenos a Paterno y me ofreció ayuda para comprar un colectivo nuevo. Me fui con esa plata a la fábrica de carrocerías El Indio y encargué un coche largo, sin puerta atrás, para media distancia, sobre un chasis Mercedes Benz 1112. El 17 de enero de 1971 lo traje a Viedma, (ver foto) en ese tiempo estaba filmando una película Juan Fresán (el hijo de don Lázaro) y andaba Carlitos llevándolos a la Boca y a todas partes. Allí empezamos para arriba, sin parar”.Con trabajo y más trabajo la empresa Ceferino siguió progresando. El santito lo protegió aquel día de regreso de El Cóndor, cuando tuvo un fuerte choque contra un camión y salió casi ileso.

martes, 11 de noviembre de 2008

Un entierro de lujo, en Carmen de Patagones, por 1910


La magnífica memoria de Pety Melluso, nieto del fundador de la empresa de pompas fúnebres más antigua de Carmen de Patagones, nos permite reconstruir detalles del funcionamiento de la cochería, instalada en la esquina de Paraguay y Bynon, en una casona alquilada a la familia Mao, el mismo edificio que hoy alberga una radio de Patagones.
“Había tres carruajes finos, tirados con seis y cuatro caballos. El servicio especial, de lujo, era con una carroza impresionante que se llamaba ‘Art Nouveau’(se la puede ver en una foto) de seis caballos; después el servicio de segunda era con la ‘Glorieta’, de cuatro caballos; había un carruaje blanco para los llamados angelitos y también, desde 1911, una prestación económica para la gente sin recursos, que pagaba la Municipalidad. Este carruaje, modesto, recibió el nombre popular de La Cucaracha”.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Imagen del ayer: la Escuela Normal Mixta de Viedma sobre calle Buenos Aires

Esta era la imagen que presentaba, hacia la década de los '50 (del siglo pasado) el frente del edificio de la Escuela Normal Mixta de Viedma, sobre calle Buenos Aires al 300, enfrente de la plaza Alsina. Dos décadas más tarde, cuando ya la escuela se había mudado a la calle Lavalle (hoy José María Guido) en donde desapareció, este inmueble pasó a manos de la Municipalidad de Viedma y fue horriblemente refaccionado. En los últimos tiempos el actual intendente viedmense, Jorge Ferreira, propuso la reconstrucción del frente. ¡Ojalá se concrete!

domingo, 9 de noviembre de 2008

Una visita a las entrañas de la torre salesiana de Viedma


El pasado 12 de junio se escuchó nuevamente, después de muchos años, el tañido de la campana ubicada en el punto más alto de la torre del viejo Colegio Salesiano de Viedma. Con el golpe manual del badajo el arquitecto Oscar Sanguinetti anunció a los vecinos que la Legislatura provincial había sancionado la ley que autorizó a la Municipalidad la expropiación de la denominada Manzana Histórica.

Este cronista quiso conocer las entrañas de la emblemática torre, que corona la construcción ejecutada bajo la dirección del padre Juan Aceto, por cuenta de la obra de Don Bosco entre 1885 y 1893. El propio Sanguinetti, conocedor de sus secretos y cada uno de los detalles de su arquitectura excepcional, se ofreció como guía para la visita.
La recorrida arrancó por las amplias escalinatas que conducen a los pisos superiores del sector de la esquina, de Colón y Rivadavia (en los altos del sitio actualmente ocupado por la Biblioteca Popular Bartolomé Mitre), en donde funcionaban los dormitorios de los alumnos pupilos.
En el segundo piso, donde estuvo instalado un teatro y ahora hay un depósito, nos encontramos frente a una pequeña puerta (celosamente cerrada con llave) que habilita el paso hacia las escalinatas de la torre. Allí comenzó el viaje hacia la historia.
Hacia el mirador de la inundación
“En los tiempos del colegio, cuando yo era alumno, aquí estaba el cuarto del cocinero, con un baño privado y todo” comenzó Oscar con su detallada descripción. De allí en más hubo que ascender una empinada y estrecha escalera de madera (“la reconstruyó íntegramente el personal municipal hace unos pocos años” apuntó), y después de unos 60 escalones llegamos al balcón mirador.
En ese lugar, con barandilla y una amplia pasarela alrededor de la torre, se aprecia una visión panorámica de la ciudad y todo el valle inferior del río Negro. “Desde aquí los curas vieron como crecían las aguas de la laguna El Juncal y pudieron avisar sobre la inundación de 1899” comentó Sanguinetti.
El archivo de la obra de Don Bosco nos brinda, precisamente, la emotiva y precisa crónica de un anónimo sacerdote, en aquellos días. “La mañana del 22 (de julio, de 1899) desde nuestro observatorio vimos avanzar rápidamente enormes masas de agua que al caer sobre el pueblo rompieron toda barrera y en menos de media hora todo quedó inundado”, escribió en su informe a la superioridad salesiana aquel religioso.
Hoy, 109 años más tarde, la visión es absolutamente distinta. Los techos de algunas construcciones céntricas de la capital rionegrina delatan su antigüedad, la profusa arboleda no permite distinguir el río, pero allá en lo alto de la barranca otras dos torres nos vigilan. Es pequeña y casi invisible la que levantó hacia 1780 el gallego Pérez Brito para el fuerte que comandaba don Francisco de Viedma; son esbeltas y luminosas, las que terminaron de construirse en 1937 para honrar a Nuestra Señora del Carmen en su templo parroquial.
Aquí más cerca, está la sólida construcción de estilo ecléctico y señorial de la iglesia catedral de Viedma, con una magnífica terminación de ladrillo a la vista y detalles de perfecta simetría.
El patio del viejo colegio aparece allá abajo; fue el escenario de tantos juegos infantiles y juveniles, en sus tiempos salesianos y luego, en las décadas de los 70’ y los 80’ como sede del instituto de Profesorado de Educación Física.
Hacia el otro lado se pueden ver, en el mismo conjunto del colegio religioso, una torre derruida (“llegaba casi hasta esta misma altura, y remataba en almenas, que lamentablemente desaparecieron con el tiempo” observó Oscar) y los abandonados tejados del sector del teatrillo.
El alma del reloj
Hubo que subir otros cuantos escalones para llegar a la salita que alberga el alma del reloj, cuyas luminosas esferas dan hacia las cuatro caras de la torre. “La antigua maquinaria funciona de maravillas, merced a la dedicación artesanal del señor Francisco Bruno” señaló Sanguinetti, mientras controlaba el ajuste de la hora.
Contó que “en el año 2004, después que hicimos los trabajos de reparación de la escalera y colocación del nuevo sistema lumínico, dimos con don Francisco, un relojero de oficio radicado recientemente en Viedma después de haberse dedicado durante más de 60 años al mantenimiento del reloj de la municipalidad de la ciudad de La Plata”.
El aparato, que se regula con cuerdas y contrapeso, con delicadas piezas de fundición, fue fabricado en Buenos Aires en el año 1887. Es único en su tipo en la zona y, sin dudas, la maquinaria de relojería más antigua de la Patagonia argentina.
Francisco Bruno ya suma 82 años, pero sube a la torre tres y cuatro veces por semana, para lubricar el mecanismo y asegurarse que todo esté en orden, fundamentalmente el sistema de ejes que transmite el preciso movimiento de las agujas en las cuatro esferas. En la práctica Oscar y don Francisco son los únicos habituales visitantes del lugar.
En el pináculo, junto a la campana
El techo de la “sala del reloj” es abovedado, de ladrillos, y constituye el piso de la terraza superior, en la cúspide de la torre, un estrecho espacio de forma octogonal, ocupado por una inmensa campana de bronce, que se sostiene desde una pieza de hierrro.
Nuevamente apuntó Oscar Sanguinetti: “es toda la instalación original, con ciento trece años de antigüedad; la campana fue fundida en Roma, en 1893, especialmente para los salesianos; y tiene un sistema basculante que permite agitar el badajo; además de un martillo que golpeaba con la acción de un tirador desde debajo de la escalera, que actualmente no funciona”.
La campana de la torre sonó para alertar de la crecida de 1899 y después, ya recuperada la serenidad, en tiempos de bienestar, llamaba a las celebraciones de las fiestas patrias y las conmemoraciones religiosas. Oscar recordó que “cuando era chico escuché el contrapunto que hacían las campanas de esta torre y la de la Catedral, haciendo una especie de melodía”.
Hoy no tañe el generoso bronce de la torre salesiana, pero algún vecino está inquieto en la idea de promover los aportes necesarios (de comerciantes y empresarios locales) para que el mecanismo pueda repararse. “Sí, se puede, no es un trabajo fácil porque habría que descolgar a la campana y hay muy poco sitio” advirtió Sanguinetti.
El recuerdo del zapatero Espinach
El cronista no pudo evitar una ligera sensación de vértigo al aproximarse al borde de la torre. Se preguntó si no habrá dudado algunos instantes, antes de arrojarse desde allí hacia el patio interior, aquel temerario zapatero de Patagones, llamado Matías Espinach, que el 28 de diciembre de 1921 (tan luego, el día de los Santos Inocentes) experimentó desde allí su invento revolucionario: un paracaídas con forma de paraguas. Así lo relató la crónica del periódico “La Capital” de aquel tiempo.
“A las 7,25 del día 28 de diciembre de 1921 se dio la señal de que el Sr. Espinach con su paracaídas, desde lo más alto de la torre se lanzara al vacío, los corazones palpitaban con violencia, todos estábamos poseídos de terror: ¿fracasaría el aparato? ¿se estrellaría el inventor?.
A los dos minutos de haberse dado la orden o sea las 7,27, apareció el Sr. Espinach a lo alto de la torre, saludó con la mano a los que estábamos en el patio... y se tiró al espacio. Nuestros corazones dejaron de palpitar, algunos caballeros que presenciaban el acto se desmayaron, el caso era emocionante, la pluma no puede narrar esos momentos terribles, hay que presenciarlos para sentirlos, pero rápido se abre algo como si un paraguas se hubiese partido en dos y detiene al inventor en el aire, una exclamación de alegría primero y de ¡hurra! después, saludó al Sr. Espinach, que iba deslizándose suavemente hacia el patio”
”Tan pronto pisó tierra el inventor todos queríamos ser los primeros en abrazarlo y felicitarlo, y todavía no se había quitado el sr. Espinach su aparato cuando el ingeniero Schubert le dijo: Señor Espinach, como apoderado general en la Argentina de la Casa Fhabens Rus and Co. de New York le ofrezco 800 mil pesos si quiere vender la patente de su aparato”.
El artículo añadía que Espinach le contestó así: “Señor Schubert, dentro de 30 días contestaré a usted si acepto o no su proposición, pues como usted comprenderá es necesario que por gratitud me aconseje con el señor Carsing quien ha corrido con todos los gastos”.
Y el cronista de 1921 finalizó así “los inocentes niños que presenciaron tan emocionante escena iban estrechando la mano del inventor, mientras nosotros nos despedíamos de los reverendos padres, que con la fina atención peculiar en ellos nos acompañaron hasta la puerta”.
De regreso a la calle, al presente
Unos pocos minutos más tarde Sanguinetti y el cronista estaban nuevamente sobre la calle Colón, apreciando desde abajo los detalles de la torre, sus almenas, troneras, modillones y ménsulas. “Es única, es hermosa y es nuestra, tenemos que hacer todo el esfuerzo necesario para conservarla” acotó el guía, sin disimular su pasión por el patrimonio arquitectónico de la capital de Río Negro. La visita había terminado, el presente nos reclamaba con sus cuestiones urgentes. Y las entrañas de la torre siguen respirando su tiempo propio.




Hace un año fue beatificado Ceferino


El 11 de noviembre de 2007, hace un año, en la localidad rionegrina de Chimpay se realizó la solemne ceremonia de beatificación del indiecito mapuche Ceferino Namuncurá. El artista Víctor Davis (foto) realizó, en su taller de vitraux de Viedma, una imagen de Ceferino que se conserva en el atrio del Templo Catedral de Viedma, como homenaje al beato. Por otra parte, en ocasión de la breve visita a la capital rionegrina del secretario de Estado del vaticano, Tarsicio Bertone, le obsequió una imagen de Ceferino en una tabla ornamentada con motivos del filete porteño, otra de sus especialidades artísticas.

Ya está en circulación el libro con crónicas de Chiquito Sabbatella

El viernes 7, tal como se había anunciado, en un cálido acto que se desarrolló en el Museo Emma Nozzi de Carmen de Patagones, se presentó en sociedad el libro "Doña Matilde, vivencias maragatas"con escritos de Angel José "Chiquito" Sabbatella. El director del museo, Jorge Bustos y el periodista Galo Martínez hablaron sobre el esfuerzo del autor y su empeño en bucear la historia familiar, en el entorno del pueblo y sus particularidades. Galo, en especial, trazó una semblanza emotiva y veraz sobre la personalidad de "Chiquito" Sabbatella, en sus diversas facetas, como deportista, dirigente, comerciante y buen vecino. La obra, en impecable realización gráfica de Ediciones Artesanales 'La Lámpara', está en venta en el mismo museo, a 20 pesos el ejemplar.

miércoles, 5 de noviembre de 2008



En la foto Oscar Sanguinetti observa en detalle la precisa máquina del antiguo reloj de la torre salesiana, que mantiene el relojero Francisco Bruno por encargo de la Municipalidad de Viedma.

Ver abajo... la visita a las entrañas de la torre.

(El artículo completo en las páginas de "Noticias de la Costa" este domingo, sección 'Perfiles y Postales')

Una visita a las entrañas de la torre salesiana de Viedma




El miércoles 5 de noviembre, acompañado por el arquitecto Oscar Sanguinetti, este cronista ingresó a las entrañas de la vieja torre salesiana de Viedma, la parte más alta del histórico edificio construído entre 1883 y 1893.


martes, 4 de noviembre de 2008

Las pesca del cazón, una industria productiva en Patagones hace 60 años


La actividad de las lanchas cazoneras fue muy importante en el puerto de Carmen de Patagones durante gran parte de la década de los años '40 (del siglo 20), y generaba la contratación de un número importante de trabajadores: los arriesgados pescadores por un lado y quienes procesaban los peces (en plantas instaladas en Villa Morando y Villa Mazzini) para extraerles el hígado, que después se enviaba a la industria farmacéutica. El muelle de Patagones era un hervidero de gente cuando las lanchas volvían de su faena en alta mar. Todo aquello comenzó a declinar hacia fines de septiembre de 1948, cuando una fuerte tormenta provocó el naufragio de cuatro embarcaciones y la desaparición en el mar de 24 tripulantes.

Nancy Pague entregó importante documentación a la Asociación Amigos de lo Nuestro


La escritora, docente e investigadora Nancy Pague (foto) concretó la entrega en custodia de valioso material documental y fotográfico a la Asociación Amigos de lo Nuestro, de Viedma.
Se trata de todos los archivos de fotos y registro de los recorridos efectuados para la elaboración del libro “Desde el balcón, miradas al pueblo chico desde la Viedma de hoy” que Nancy Pague presentó en el pasado mes de abril en el Centro Municipal de Cultura.
Son más de 500 fotos de frentes de viviendas y edificios públicos de la ciudad, con especial detalle en los balcones y puertas; con documentación referida a los estilos arquitectónicos; y el relevamiento, calle por calle, casa por casa, de las descripciones efectuadas por el vecino Cándido Campano, para la compilación del primer libro de Nancy Pague.
La caja que contiene este material fue recibida por la presidenta de la Asociación Amigos de lo Nuestro, Inés Lazzarini de Ramos, acompañada por otros miembros de la comisión directiva de la entidad.
En la oportunidad Inés Lazzarini destacó “el cumplimiento de la palabra empeñada por Nancy, en oportunidad de la presentación de su libro y en la página 13 del mismo libro, como una demostración de su fidelidad para esta ciudad que convirtió en su lugar de residencia y que ama profundamente”.
La documentación será clasificada y las fotos se digitalizarán, para incorporarlas a la fototeca pública de la Asociación Amigos de lo Nuestro.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Presentan una publicación con las crónicas de Chiquito Sabbatella, uno de los famosos mellizos de Patagones

Se llamaba Angel José Sabbatella, pero fue siempre conocido como Chiquito Sabbatella (y sigue siéndolo, en la memoria de amigos y parientes). Era uno de los dos idénticos gemelos Sabbatella, nacidos el 28 de octubre de 1933 en el hogar de Mario Félix Sabbatella y Anunciada Génova; destacados protagonistas de la vida social y deportiva de Carmen de Patagones y Viedma entre los ’50 y los ’60. Fue jugador de básquet y director técnico en Jorge Newbery, dirigente de ese club y de aquella aventura deportiva e institucional llamada Anavi; más tarde fundador del Deportivo Valle Inferior (Depovi).

Espíritu inquieto por todo lo que fuera deportivo, promovió el golf de la comarca, integró todas las comisiones directivas a las que fue invitado (y fueron muchas); y, como si fuera poco, se dedicó con éxito a la actividad comercial, con su profesión de técnico óptico, también en el rubro de joyería y relojería. Formó una familia con Gladys Mirna Garrafa y tuvo cuatro hijos (dos de ellos varones y gemelos), que le aportaron ocho nietos. En suma, a Chiquito Sabbatella se lo conoció por diferentes facetas de su vida, pero sin embargo sólo algunos pocos (su mujer y sus hijos, los más íntimos allegados) supieron de la vocación de cronista y recopilador de la llamada “historia chica”, que se le despertó en los últimos años de su vida. Una pasión de curiosos y excitantes ribetes que lo movilizaba interiormente; y también le sirvió de terapia y entretenimiento, en algún momento triste como cuando en octubre de 1999 perdió súbitamente a su gemelo Mario Félix (el Gordo).
Fue su propia muerte, el 21 de marzo de 2002, el límite infranqueable de esa afición intensa y afectiva por detalles de la historia de su familia y de su pueblo. Chiquito le confiaba a sus seres queridos los descubrimientos que realizaba, compartía con ellos alguna ligazón insólita de su linaje que de pronto se le aparecía en la charla con un vecino memorioso. Todo lo apuntaba en textos mecanografiados, en parte como si fuese un diario de vida. Las carpetas quedaron guardadas más de seis años. Hasta que en este otoño de 2008 sus hijos Mario y Luis acercaron a este cronista el material escrito por Chiquito. Una síntesis de sus relatos apareció en las páginas dominicales de “Perfiles y Postales” en el diario Noticias de la Costa. Pero… entusiasmados con la posibilidad de darle mayor difusión al trabajo de su padres los hermanos Mario y Luis se acercaron al Museo de Patagones y lograron apoyo institucional para su publicación, bajo el formato de un pequeño libro.
Este viernes 7 de noviembre, a las 20, en el Museo de Patagones se presentará en público esta obra, bajo la realización gráfica de Ediciones La Lámpara y María Cristina Casadei.

Un sitio tradicional en la calle Buenos Aires de Viedma



Tres generaciones de habitantes de la capital rionegrina han sido y siguen siendo clientes incondicionales de Casa López, muchos de ellos con el sistema de “casillero”, donde se acopian los diarios y revistas previamente reservados, para pagarlos una vez por mes.
La firma fundada por don Guillermo López abrió sus puertas formalmente el primero de enero de 1947, aunque el local (frente a plaza Alsina) ya estaba en funcionamiento desde el Día de los Santos Inocentes, el 28 de diciembre de 1946.
Celia López, la mayor de sus hijas, mucho más conocida como “Tita”, le contó al cronista detalles de la historia familiar y del comercio. “Papá era bahiense de nacimiento, de jovencito aprendió el oficio de mozo y buscando trabajo se trasladó a Coronel Dorrego, allí conoció a una muchacha española, Celia Fuertes, nacida en la provincia de León, que había llegado al país con apenas 16 años, se enamoraron y se casaron en 1935”.
Después de diez años de matrimonio, ya con sus dos hijas “Tita” y Lidia, la pareja decidió intentar fortuna más al sur y llegaron a Viedma en 1945, donde Guillermo tomó la concesión del bar y restaurante del club Social, en calle Roca.
La familia se instaló en el mismo edificio del club pero al tiempo don Guillermo pensó en otra actividad, con independencia de desenvolvimiento económico.
Hacia fines de 1946 en la calle Buenos Aires de Viedma ya funcionaban los kioscos de diarios, revistas, golosinas y todo lo demás de Lázaro Fresán (a mitad de cuadra entre Saavedra y Colón) y el de García (en la esquina con Saavedra).
López alquiló la casa de Buenos Aires 326, contigua a la Escuela Normal Mixta de Viedma (hoy sede de algunas dependencias municipales), justo enfrente de la muy arbolada y coqueta plaza Alsina. Un garage que daba a la vereda se convirtió en el local comercial y en los fondos se ubicó la familia.
Una mentalidad de servicio
Tita destaca que “Papá puso su comercio con una verdadera mentalidad de servicio a la gente, por eso incorporó la venta de los pasajes de la empresa de colectivos La Puntual en sus viajes a Bahía Blanca, e incluso como no había terminal de ómnibus los micros paraban en la puerta de casa”.
“Nuestro negocio tuvo teléfono desde un principio y la gente llamaba a casa para pedir un taxi, o coche de alquiler como se le decía entonces, alguna de nosotras corría a la calle para avisarle al chofer de turno que estacionaba en la vereda de la plaza, justo enfrente”, agregó.
También en Casa López se anotaban los pedidos para el comisionista Jerónimo Ríos que tres veces por semana viajaba a Bahía Blanca y hacía todo tipo de gestiones o compras.
En aquellos primeros años de la década del ’50 escuchar radio no era una tarea sencilla ni estaba al alcance de todos, porque había que tener un buen radiorreceptor, a veces con antena en el techo, para poder captar las transmisiones desde Bahía o Buenos Aires.
López tenía una buena radio y los domingos a la tarde captaba las emisiones futboleras desde la Capital Federal, lo que le permitía anotar los resultados del fúbol grande de la AFA y las novedades en la tabla de posiciones en una pizarra que tenía colocada en la puerta del local.
El diario “La Nueva Provincia” y los principales matutinos porteños llegaban cada dos días, de acuerdo con las frecuencias ferroviarias, al igual que las revistas tan populares en esa época (“Billiken”, “El Gráfico”, “Para Ti”, “Patoruzito”, “Antena”, “Radiolandia”, “Vosotras”, “Rico Tipo”, “El Hogar” y otras) lo que hacía necesario que los clientes efectuaran sus reservas con anticipación. Así fue que don Guillermo inventó el sistema de casilleros, para sus más fieles compradores.
La amabilidad de don Guillermo y su esposa e hijas, después también Héctor Cévoli (esposo de Lidia), marcaron un estilo. Casa López se convirtió así no sólo en el sitio preferido para comprar literatura informativa o recreativa de muchos viedmenses (y también algunos maragatos, hay que decirlo) sino en un lugar de encuentro, en la tradicional salida de la “vuelta al perro”.
La mudanza al moderno y amplio local
En 1971 don Guillermo y su familia emprendieron la construcción de un nuevo, más amplio y moderno local, sobre la misma calle Buenos Aires, entre Belgrano y Saavedra. La inauguración de la nueva casa, con un salón comercial a la calle y la vivienda familiar en planta alta, se produjo el 19 de diciembre de ese mismo año, poco antes del aniversario de las Bodas de Plata de la firma.
Una de las novedades del flamante local fue un gigantesco letrero luminoso, y también la incorporación del popular juego de Pronósticos Deportivos (PRODE) para el que la gente hacía cola en la calle.
Primero falleció doña Celia, pero don Guillermo siguió al frente del negocio hasta su propia muerte, el 12 de octubre de 1984; desde entonces lo manejan sus hijas y su yerno, siempre con estilo.